Son muchas las personas que han sentido que todo se ha acabado, que no hay solución al problema que se les presenta.

Más de una vez, un elevado porcentaje de la humanidad está segura que ha buscado, sin existo, todas las salidas.

Creen con firmeza que han agotado todas sus opciones, por lo que asumen que nada les queda por hacer, que se acabaron para ellos los intentos.

El número de personas que cree que ya la vida no le ofrece más oportunidades es tan alarmante como la frecuencia con que este tipo de sentimientos se aloja en la mente y se traducen en una certeza dolorosa en los corazones de las personas, incluso las más cercanas, sin que apenas lo notemos.

A muchos, nos ha sorprendido el viaje sin despedida de algún ser amado.

Algunos solo saben de la angustia y sufrimiento de algún pariente o amigo cuando ya es demasiado tarde para ayudarlo.

Nuestros propios problemas y afanes por vivir y sobrevivir a cada día, nos va volviendo indiferentes al dolor y los tormentos ajenos.

Estamos tan ocupados en salir airosos de la batalla diaria de nuestras vidas, que somos incapaces de fijarnos en que alguien, no muy lejano a nuestro entorno, se va apagando de a poco.

A veces, quien siente que no le queda nada nos sonríe con una lágrima en la mejilla, para esconder su dolor, pero nos resulta más cómodo enfocarnos en su sonrisa fingida que en la lágrima sincera que se le escapó a su alma.

Sentirse solos, sin salida, sin oportunidades, sin fuerzas para seguir, sin ilusiones para emprender, sin motivación para lograr metas, es lo que va llevando a las personas a perder el amor por la vida, pues están seguros que no les importan a nadie.

Son millones quienes viven y luchan a diario con la depresión y la ansiedad, pero es bueno recordar que siempre, siempre, en algún rincón del mundo o tan cerca como en su misma casa, siempre existirá alguien que los ama y a que no está listo para dejarlos partir. Alguien que hará lo posible y lo imposible para estar a su lado.

En la vida siempre hay alguien y algo que nos recuerda que vale la pena luchar y seguir adelante.

Siempre habrá pruebas que nos darán la oportunidad de darnos cuenta lo increíblemente fuertes que podemos llegar a ser si nos lo proponemos, si no perdemos la fe y la esperanza, si no dejamos de confiar en lo que podemos lograr.

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