Hace apenas dos meses se instaló un nuevo gobierno, y, mal que bien, ha ido encarando la situación nacional matizada por una pandemia global que ya es crisis sanitaria, crisis económica y pronto crisis social, pues, según algunos organismos internacionales que monitorean la salud y los índices de crecimiento humano, habrá, con más agudeza y extensión geográfica, hambruna. Sin embargo, a pesar de las críticas, aciertos y fallas de la anterior administración, las reservas materiales e institucionales van ayudando a que el panorama no sea tan desolador ni catastrófico. Incluso y aunque parezca mentira, esa realidad desnuda nuestra falta de cultura democrática, pues no se admite el hecho de que, por encima de falencias o anomias históricas-estructurales -corrupción pública-privada y sistema de justicia de colindancias políticas-fácticas-, el país avanzó y el rostro o mapa de la pobreza extrema se redujo.

Y es tan evidente la cuasi-ausencia de cultura democrática que políticas públicas o medidas que, en medio de la pandemia y su desarrollo, se tomaron, pero que hasta hace poco se denunciaban como erradas, hoy son retomadas y puesta en práctica sin, ni siquiera, reconocer, al menos, que el anterior punto de mira y ejecución no era tan errado.

Por ello, por ese pasado de ceguera y coyunturalismo político-electoral, lo que menos necesita el país, hoy, es partidos o líderes políticos populistas, opinión publica de barricada, sociedad civil de presión -política-coyuntural- y actores empresariales desalmados. Necesitamos, ante la situación global-nacional, partidos, líderes, actores fácticos y ciudadanos dispuestos a contribuir a salir de la triple crisis (sanitaria, social y económica) que se proyecta de larga duración y devastadoras consecuencias.

No es momento, pues, para hacer oposición política a la loca o por apostar al fracaso del partido en el poder; eso es subdesarrollo político que debemos superar.

¿Quién ha dicho que solo se hace oposición oponiéndose a todo, aunque haya sido la practica en nuestro país? ¿O es que no saben, que en una sociedad también se observa cuando se hace sindicalismo de la política o cuando todo lo encontramos mal si no viene de nosotros? ¡Basta ya! Tenemos que aprender, y el PLD lo está demostrando, que se puede hacer oposición política con racionalidad, interés patriótico y conciencia del difícil momento global que vivimos….

Es una lástima -¿o quizás una bendición? -, que voces o látigos mediáticos-“independientes” ya no estén en el lar nacional porque hayan anunciado su “retiro” (¿?); o que pasaron, en todo su derecho cívico-ciudadano, a ejercer funciones públicas. Y ahora, no sabemos si extrañarlos o descubrirlos en sus raceros más mentiroso o de simulación política (¡independientes!).

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