Si bien es cierto que el texto “La audacia de la esperanza” sirve para evaluar las ideas políticas de quien luego fuera presidente de los Estados Unidos de América y que, en esencia, podemos decir que no defraudó a las grandes mayorías de su pais y del mundo, no es menos cierto que las “las buenas intenciones a veces coinciden poco con la realidad de un planeta cambiante”, alejando muchas veces los buenos propósitos de las realizaciones.
Luces y sombras de su gestión.

En asuntos del poder muchas veces la realidad obliga a modificar la agenda. Aun asi en su haber Obama tiene “el hecho de haber sido capaz de superar con muy buena nota la peor crisis económica a la que se enfrentaron los Estados Unidos después del crack del 29, que gestionó con éxito un sistema sanitario mucho más justo e igualitario, y que contribuyo a renovar la moral interna de una nación muy tocada después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y las guerras que les sucedieron”, (Rovira, Ramón: Yo Trump, 49).

De igual forma, “En investigación e innovación dobló la inversión pública y la aumentó considerablemente en educación y tecnología”. Sin embargo, aunque nombró la primera jueza hispana del Tribunal Supremo, “no consiguió reconducir la eterna división racial que carcome la sociedad norteamericana, ni tampoco aprobar una ley que regularizara los 12 millones de inmigrantes que viven en el país ilegalmente. De hecho fue conocido como “el deportador en jefe” por la enorme cantidad de emigrantes que devolvió a sus países de origen durante su presidencia”.

También, se le critica que no tuvo la humildad para rechazar el premio Nobel de la Paz concedido “precipitadamente”, fruto de la “obamamanía que barría el mundo en aquellos primero meses de su presidencia”. Durante su presidencia, de igual forma, los Estados Unidos perdieron influencia en el concierto mundial a favor de China, “que ha desafiado abiertamente el poder absoluto norteamericano en el Pacífico desde la Segunda Guerra Mundial, ocupando y construyendo bases militares en islotes que no le pertenecen, pero también, frente a Rusia y su caudillo, Vladimir Putin”, (p. 51). Otro punto oscuro de su presidencia, fue la mayor utilización de aviones no tripulados, drones, “para atacar bases de grupos terroristas yihadistas en todos los rincones del mundo, provocando por cierto muchas víctimas inocentes…”( p.52).

Aún con estos puntos oscuros, la narrativa de la presidencia de Obama es, esencialmente, positiva, con importantes legados que dan más luz que sombras, por ejemplo, “es remarcable su herencia en materia de medio ambiente, pues aparte de sumar los Estados Unidos al tratado de París, antes de abandonar la presidencia decretó la prohibición a perpetuidad de las perforaciones petrolíferas en amplias zonas de los océanos Ártico y Atlántico y fue un gran defensor de las energías alternativas”, (p. 49).

Obama tuvo buenas ideas, realizaciones trascendentes y una extraordinaria fuerza comunicativa que no dejó morir la esperanza de mejor vida y convivencia pacífica para gran parte de la humanidad.

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