El teniente Oscar Lachapelle de los Santos salió aquel viernes 3 de agosto de 2001 de su despacho de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) con destino hacia su hogar, como era de costumbre. Eran casi las 10:00 de la mañana.

Allí fungía como asistente de su padre, el fallecido exdirector de la DNCD, mayor general Manuel Antonio Lachapelle Suero.

Hubiera sido un día como cualquier otro si Oscar, quien contaba con 33 años de edad, hubiese llegado a su casa. Pero no fue así, nadie en ningún momento se percató de cómo se perdió su rastro. No obstante, las alarmas se dispararon ese mismo viernes por la tarde ya que él nunca se ausentaba de su familia. Era disciplinado con sus seres queridos y con su tiempo, nunca improvisaba.

Ese murmullo de incertidumbre se propagó de inmediato, a pesar de que en esa fecha no existían las redes sociales. El rumor de su desaparición tocó el timbre en los periodistas, quienes de inmediato comenzaron a hacer conjeturas sobre su suerte.

La prensa se hizo mucho eco de la desaparición del teniente Oscar Lachapelle

Era el hijo de un presidente de la DNCD, no era un ciudadano común. De seguro algunas manos criminales atentaron contra su vida. Pudo ser que las bandas de narcotraficantes, en un acto de retaliación, decidieran tomar venganza por algún operativo realizado en contra de ellos durante la gestión de su padre. Todas eran suposiciones y el paradero del teniente era incierto.

Al momento de su desaparición conducía su carro Toyota Corona, color verde oscuro, año 2000. Además, vestía pantalón jean color azul y suéter verde.

Algunos comunicadores dieron por hecho que estaba secuestrado y que en cualquier momento pudieran pedir un rescate a cambio de su vida. El relato en los medios impresos no era muy distinto. La hipótesis también era abrazada por sus familiares debido a que, por esos días, en el país se habían producido varios secuestros, incluyendo el del abogado Rafael Orlando Batista Fernández, quien posteriormente sería asesinado.

Una búsqueda masiva

A raíz de la desaparición del teniente, todos los recursos de la Policía Nacional  y del Ejército se pusieron a disposición de hallarlo como fuera posible.

Sin embargo, los esfuerzos de búsqueda eran fallidos. No importaba el despliegue de efectivos por la capital ni los helicópteros que lo buscaban de manera afanosa. Tampoco eran suficientes los perros olfateadores y los supuestos testigos que, dijeron verlo pero que no estaban seguros; y ni hablar de aquellos avistamientos que terminan en alguien que solo tenía cierto parecido pero al final no era.

“Todos en la DNCD estamos preocupados porque nunca había pasado algo así, además de que él no acostumbra a ausentarse de su casa”, manifestaba en ese momento el portavoz de la DNCD, Jacobo Mateo Moquete.

¡Sorpresa!

Ni había sido secuestrado por una banda de criminales o narcotraficantes, ni tampoco estaba lejos del local de la DNCD. Su cuerpo fue hallado el lunes 6 de agosto, tres días después de que se reportara como desaparecido.

Él estaba dentro de su vehículo que estaba estacionado en el patio de una residencia abandonada de la calle César Nicolás Penson, frente al cuartel del Cuerpo de Ayudantes Militares del presidente de la República, a varias cuadras del Palacio Nacional y relativamente cerca de su lugar de trabajo.

Esa residencia abandonada fungía como una especie de parqueo improvisado del Cuerpo de Ayudantes Militares. Y estaba enfrente, delante de todos, a pesar de la masiva búsqueda del teniente.

Publicaciones sobre el hallazgo del cadáver del teniente Oscar Lachapelle, hijo del presidente de la DNCD, mayor general Manuel Lachapelle Suero.

El cadáver no presentaba signos de violencia, ni golpes ni heridas, y su cartera, su reloj y otras pertenencias fueron hallados en su ropa.  Posteriormente, Vertilio Cornielle Segura, en ese momento director del Instituto de Patología, dijo que Oscar Lachapelle  había fallecido de un infarto.

“Dado que su cuerpo ya se encontraba en un avanzado estado de descomposición, el patólogo dijo que no era posible determinar si un exceso de azúcar en su sangre contribuyó a su muerte”, expresó Cornielle Segura en esa fecha.

Lo irónico es que no valieron los motores de búsqueda ni los recursos utilizados por las fuerzas castrenses para hallar al teniente ya que el hallazgo se hizo de manera casual.

Solo cuando su cuerpo empezó a descomponerse y a desprender el hedor natural de la muerte fue que pudo ser descubierto por ciudadanos que cruzaban por ahí, personas totalmente ajenas a las investigaciones.

Otros casos recientes


Recientemente las autoridades se encuentran investigando las circunstancias de la muerte de Natanael González, quien fue encontrado sin vida y con signos de violencia en uno de los parqueos del Hospital Pediátrico Dr. Hugo Mendoza, en Santo Domingo Norte, tras haber estado 11 días desaparecido.

Otro caso que acaparó a la opinión pública fue el de la doctora Soanny Montero, quien hace casi 10 años se reportó desaparecida y durante semanas movilizó a efectivos policiales que procuraban dar con su paradero.

Su hallazgo causó polémica porque desde el principio estuvo en los parqueos de Caribe Tour, ubicado en la avenida Leopoldo Navarro esquina 27 de Febrero, casi en pleno centro de la capital.

Posteriormente, el Instituto Nacional de Patología Forense determinó que ella había fallecido por intoxicación mediante una sustancia que nunca pudo ser identificada.

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