La jornada de limpieza de los espacios públicos puesta en marcha por varios ayuntamientos del país, sobre todo en los principales municipios del Gran Santo Domingo, debe ser respaldada por los ciudadanos conscientes y que anhelan vivir de nuevo en espacios libres, limpios y sanos, para el buen ornato, la higiene y la preservación de la salud.
Esta valiente decisión asumida con entrega por las autoridades municipales del Distrito Nacional, Santo Domingo Este y Norte, debe ser apoyada y continuada por los alcaldes de los demás municipios y todos los ayuntamientos y distritos municipales del país, porque la nación se ha ido convirtiendo en un vertedero abierto por los vendedores ambulantes, los talleres móviles, chatarras abandonadas, garajes de camiones, patanas y otros vehículos, cuyos dueños no se preocupan por salvaguardarlos en espacios cerrados, para no pagar.
Es vergonzosa la forma en que las principales tiendas del país, los parques y universidades se convierten en una especie de mercados, porque hasta sus puertas y entradas son tomadas por los mercaderes y paradas de motoristas, que dejan basura, desperdicios sólidos y los espacios de recreación destruidos.
República Dominicana es de vocación turística y las grandes inversiones para promoverla y dotarla de las condiciones para esta actividad que genera divisas, requiere de higiene y cuidado especial, para preservar los entornos de esos centros que acogen a visitantes de distintas partes del mundo y hay que devolverles el brillo a los pueblos.
La inversión en las brigadas de desarrabalización es una apuesta de futuro, si se vigila y evita que sus integrantes hagan negocios o sean sobornados, como comienza a verse en algunos espacios, para que no se repita lo de la frontera, donde la corrupción militar y empresarial han permitido el trasiego masivo de indocumentados que, al final de la jornada, nos han conducido a lo que ahora estamos planteando.
Los alcaldes deben pensar en serio en sus espacios de responsabilidad y comenzar a limpiar las calles de sus municipios para, que al final de la jornada no sean cómplices por acción u omisión, de los males que ese desorden acarrea.
La sociedad civil, los grupos de opinión y de presión, deben hacer causa común con los cabildos para preservar el país y la actividad turística porque, al fin y al cabo, somos dominicanos y aquí vivimos. ¡Queremos acción municipal!