Cuando la nación está en peligro, como ocurre ahora con el problema haitiano, todos los intereses particulares, económicos, políticos y familiares deben relegarse para dar paso a la unificación de los dominicanos en la defensa de la soberanía de la patria y de los cimientos sociales que la conforman y levantan.
Mucha gente juega con candela y a la doble moral, pero ahora no hay tiempo para hacerles caso, si sus intereses afectan los de la nación, por lo que si es preciso recurrir a los estamentos legales hay que hacerlo, para detener sus maniobras dañinas en contra de la dominicanidad.
Jamás permitiremos que se apague la voz de la patria, porque políticos, empresarios lujuriosos, militares corruptos y capos del bajo mundo quieran el caos para pescar en río revuelto por medio de la influencia que les dan las redes sociales operadas por ellos para esos fines y los llamados comunicadores que nada comunican, pero que son expertos en propagar el mal y las acciones dañinas contra el país.
Las autoridades coercitivas, la Justicia, las estructuras de poder cimentadas en las tres dimensiones del gobernar como el Legislativo, Judicial y Ejecutivo, deben estar a una, ahora más que nunca, porque las flechas envenenadas de la anti dominicanidad se están lanzando con sañas desde diversos ángulos.
Se debe poner un alto al desorden y al caos que propician para afectar la gobernabilidad y crear los ambientes sociales, los canales políticos y la influencia internacional en el firme propósito de despojarnos, no solo del territorio, sino también de la nacionalidad, las costumbres, tradiciones y el orgullo que nos permite ser especiales como dominicanos.
Los traidores deben ser enjuiciados, castigados y aborrecidos tanto como los corruptos que nunca llenan el saco de la angurria y quieren siempre tener más a expensa del sacrificio de los otros.
Los forjadores de la dominicanidad lo dieron todo para colocarnos en el pedestal en que estamos y jamás, no importa lo que cueste, se ha de permitir que nos bajen de ahí. Vivir sin patria es vivir sin honor. Nosotros tenemos patria y nos sobre el honor. ¡Ojos abiertos!