La delegación oficial y privada a China ha sido tan grande como lo son las expectativas del país con esta nueva relación.

Hasta el infante terrible ha sido parte de la misión y se le ha visto muy sonriente junto con el grupo que no hace mucho tiempo acusaba de evasores y de todos los males del país. Sin dudas, algunos más aguerridos lo habrán querido hacer puré, otros más diplomáticos le habrán sonreído con un chuchillo en la espalda.

Pero sin dudas, eso no es lo fundamental de la misión que encabeza nuestro presidente Danilo Medina y una parte muy importante de su gabinete y que despierta interés en el país sobre cuáles serán los beneficios de esta nueva alianza.

La relación con China no era diplomática, pero desde hace muchos años importamos desde las famosas muñecas Barbie, ropa, materias primas, vehículos y productos manufacturados en esa gran nación.

China le lleva ventaja a muchos países y es en su planificación. Mientras nosotros estamos preocupados por las elecciones del 2020, los chinos están pensado en la nueva generación.

En el 1961 el producto interno bruto de China era de 56 billones de dólares, sólo mayor que Australia, India, Italia, Canadá y Japón. Para el 2017 es el segundo en el mundo con un PIB de 12,238 billones de dólares, sólo superado por el de Estados Unidos, que es de 19,391 billones de dólares.

Pero lo interesante es que en el 1961 el producto interno bruto de los norteamericanos era diez veces más grande que el chino; en el 2017 es apenas mayor en una vez y media.

En cincuenta años el PIB norteamericano se ha multiplicado por veinte y dos mientras el chino se ha multiplicado por doscientos veinte y ocho. De seguir así es de imaginarse que en menos de diez años el PIB de China será sin dudas el mayor del mundo.

Ahora en cuanto a las inversiones chinas, la experiencia es que cuando los chinos desarrollan proyectos en un país, ya sea como constructores o como inversión, es que traen todo el personal no aportando nada a la mano de obra local. Este es uno de los retos de esta misión lograr que la inversión sea en tecnología, en infraestructura; pero que pueda ser con el mayor número de mano de obra local.

La economía dominicana está presionada por una enorme cantidad de mano de obra extranjera, ya no es sólo la del vecino país sino también contamos con miles de venezolanos que huyen de la pobreza que los tiene sometidos la dictadura de Maduro.

Esperamos que las inversiones por venir vengan acompañadas de prácticas transparentes, diferentes a las que hemos vivido en los últimos años. Que la presencia, ahora como socio, no sea sólo en inversiones sino también en turismo, que nos ayude alcanzar la cifra deseada por el Presidente Medina, de diez millones de turistas para los próximos años.

Ojalá ver plantas de ensamblaje de vehículos para exportación; que genere mucha mano de obra y que puedan utilizar el exceso de la mano de obra local entrenando a nuestros jóvenes y sacándolos de la pobreza, de las bancas de apuestas y de los puntos de droga.

Nuestro país tiene una importante red vial, sin dudas mejor que la de muchos de los países de la región, pero hay importantes obras necesarias para mejorar nuestro caótico tránsito, ampliar las líneas del metro y del teleféricos donde sean necesarias. Los chinos tienen la visión de interconectar Asia y Latinoamérica con trenes de alta velocidad, en nuestro caso, al ser una isla, los proyectos tienen que ser diferentes, pero sin dudas pueden traer mucho desarrollo.

Ojalá que este interés de China por Latinoamérica despierte de nuevo el interés norteamericano y la guerra sea por ver quien invierte más en nuestros países, aliviando la pobreza y evitando todo tipo de prácticas corruptas y desleales, tanto del gobierno como del sector privado. Tenemos que reconocer que la nueva embajadora ha despertado el entusiasmo de los dominicanos, ya que no sólo está recorriendo el país y bailando merengue, sino que ya anuncia una importante delegación de empresarios norteamericanos, interesados en un país que a pocas horas puede venderles productos de calidad.

La filosofía china es muy diferente a la de nuestros países, ojalá aprender de ellos. Que los proyectos en que participen nos enseñen transparencia, que nos transmitan su pasión por la educación y que de alguna forma logremos exportar productos que puedan disminuir el enorme déficit comercial que mantenemos con este gigante.

Que su interés por Latinoamérica también despierte el interés dormido de nuestro gran vecino norteamericano. Que importantes empresas de ese socio tradicional también quieran invertir en nuestro país.

Para esto, tanto para las inversiones chinas como las norteamericanas, tenemos que crear facilidades, reglas claras, que no se obstaculicen con permisos o como sucede en algunos municipios del país, donde la voracidad de los regidores dificulta la inversión y el desarrollo de las comunidades.

Todos esperamos con entusiasmo los acuerdos que el Presidente ha firmado con el Presidente de China, así como que la gran delegación de empresarios puedan también traer proyectos que generen más inversión y empleos que tanto necesita nuestra juventud.

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