Todos sabemos que el cambio es inminente, pero usualmente seguimos la corriente, y no en sacarle provecho a ese recurso no renovable del cambio: “la oportunidad”, porque el dicho está bien puesto, son calvas y hay que tomarlas por los pelos. Ten miedo a no cambiar y que todo siga igual, a cambiar por fuera y quedarte oxidado interiormente, cambiando estilos de pelo pero no de pensamiento, de tendencias y accesorios pero no de actitud ni de opinión. Aceptar un cambio sin renovar la mente nos lleva arrastrados por las circunstancias a reformatearnos sin superarnos, ni ajustarnos emocionalmente. Renovar la mentalidad sin cambiar el corazón es dejar la mina del pensamiento cautiva en los escombros de las eventualidades, al diamante en versión carbón o las ideas fosilizadas en formato ecuación.

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