Mientras no seamos más que terrícolas, habremos de tener una nacionalidad, una patria, una identidad, y un sentimiento que nos une a ese lugar de donde uno es. Y ese amor por ese territorio es una realidad formada en la esfera del sentimiento a base de sumar las esencias más finas del territorio y del pueblo, así como de su historia, su música, su danza, sus paisajes, en fin, es la suma de todo lo que forma y expresa la realidad territorial y humana, social e histórica, y no es ni la creación ni la propiedad de una clase que se beneficia de ella.

Es un sentimiento que tiene un ser humano por la tierra natal o adoptiva a la que se siente ligado por unos determinados valores. Es como las obligaciones que todos tenemos con la patria que son de diversa índole y pueden manifestarse de distintas maneras. Una de ella es el servicio público, que consiste en hacer algo por el país sin pedir nada a cambio. En estas clases de conductas se inscriben, por ejemplo, las campañas educacionales para crear conciencia ciudadana.

Pues desde la infancia se forma ese sentimiento patriótico, primero en el lugar de nacimiento, hasta extenderse a la nación. Para ello hay que amar el lugar donde se nace y tener buenos recuerdos, y estudiar a los personajes históricos que ayudaron a la construcción del país, admirarlos y sentirse entusiasmado, pues nos dieron una identidad por su actuación en ese momento histórico. Por eso recordamos a Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez.

Y así se logra desarrollar desde la infancia ese patriotismo, y de esa manera la juventud queda menos expuesta a factores de riesgo que les incorporen a pandillas que alteran el orden público
Y es de ahí que el amor a la patria no es un sentimiento clasista, aunque pueda suceder que en un número importante de casos ese amor coincida con un sentimiento de clase.

El amor a la patria puede sentirlo tanto un esclavo como lo era el negro Edúa, asistente de Máximo Gómez en las primeras de las guerras de independencia que se llevaron a cabo en Cuba, como un dueño de esclavos, que eso era, por ejemplo, Carlos Manuel Céspedes, iniciador y víctima de esas guerras.

El sentimiento patriótico lo siente el más grande empresario dominicano, así como también el más humilde de todos.

Pero cuando se acercan estos días festivos colocamos la bandera en nuestras casas, nos sentimos orgullosos de ser dominicano, es cuando la sentimos bien adentro de nuestros corazones.

Para terminar, el patriotismo se forma, se cultiva y se sostiene con ideas y sentimiento, pero también con acciones. No es suficiente sentir íntimamente, es preciso expresar ese estado anímico en hechos positivos. ¡Feliz día de nuestra Independencia!

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