Con débiles vientos máximos sostenidos de 96 kilómetros por hora, alta velocidad de desplazamiento de 34 kilómetros por hora, y campo nuboso dominante ubicado en su borde nororiental, la novena tormenta tropical de esta temporada ciclónica 2020, que por ser la novena le correspondía el nombre de Isaías, llegó a la arrecifal costa suroriental de la República Dominicana en la mañana de este pasado jueves 30 de julio, luego de haber pasado al sur de Puerto Rico con categoría de simple depresión tropical, pero lo suficientemente desorganizada como para que no se pudiera definir su centro y su eje de trayectoria con toda la precisión que amerita una sociedad pendiente a cualquier eventualidad, aunque con suficiente lluvia para inundar zonas bajas de Puerto Rico y algunas comunidades del este, nordeste y norte de la República Dominicana.

El jueves 30 de julio la tormenta tropical Isaías descargó 280 milímetros de lluvias sobre Sabana de la Mar, 275 mm en Samaná, 255 mm en Hato Mayor, 230 mm en Miches, 225 mm en Arroyo Barril, 215 mm en Monte Plata y 200 mm en Cabrera, sin embargo, los mayores daños se han producido en Hato Mayor, comunidad oriental de pie de monte que es una mesopotamia delimitada por el río Paña Paña en su extremo este, y por el río Maguá en su extremo oeste, ríos que no tienen suficiente sección transversal para el rápido drenaje de los altos caudales generados por estas precipitaciones anormales, ya que esas corrientes fluviales transitan sobre lechos de rocas volcánicas intercaladas con rocas sedimentarias, por lo que socavar el lecho fluvial para aumentar la sección transversal de tránsito de crecidas pico se le hace prácticamente imposible al río, siendo más práctico, menos costoso, y más seguro, desocupar los asentamientos humanos que durante décadas han estado invadiendo y contaminando las márgenes de ambos ríos.

Es importante tomar en cuenta que afortunadamente se trató de una débil tormenta tropical que pudo ser peor, pues desde su origen como depresión tropical el fenómeno meteorológico debió abrirse paso, tal y como lo muestran las superpuestas imágenes de satélite, a través de un aire con bajo contenido de humedad, en vista de que la presencia de una densa y extensa nube de polvo silíceo fino, procedente del desierto del Sáhara, y que cubría por completo todo el camino por donde se desplazaba el disturbio que aspiraba a ser tormenta, le restaba humedad para ampliar su campo nuboso y para aumentar la velocidad de sus vientos máximos sostenidos, siendo muy probable que en caso de no haberse encontrado en todo su trayecto con esa densa y extensa nube de polvo que produce resequedad del aire, Isaías, antes de tocar el suelo dominicano, hubiese alcanzado vientos de huracán categoría 2, o de categoría 3, con mayor y más concentrado campo nuboso, cargado de lluvias, provocado por la fuerza centrípeta que genera el centro de rotación, lo cual, sí bien es una probabilidad distante de lo que fue la realidad, esa probabilidad pudo convertirse en realidad si no hubiésemos tenido esa densa cobertura de polvo, en cuyo caso el desastre sobre Hato Mayor hubiese tenido una mayor dimensión.

Usualmente el noveno ciclón (tormenta o huracán) de la temporada ciclónica del Atlántico llega a finales de agosto, sin embargo, este año ha llegado con un mes de adelanto, y como los meses críticos en el océano Atlántico son los meses de agosto, septiembre y octubre, pero mayormente septiembre, pues los datos históricos indican que el 47% de los ciclones han llegado en septiembre, podríamos esperar que esta temporada supere los 20 ciclones pronosticados como máximo, recordando que, por efectos del cambio climático, cada año las aguas del Atlántico están más calientes que el año anterior, y que esos incrementos de las temperaturas en la superficie del mar, especialmente en los períodos de La Niña, son responsables de la producción de mayor cantidad de vapor de agua que cada año amenaza con producir mayor cantidad de ciclones, con vientos máximos sostenidos de mayor velocidad y de mayores niveles de destrucción, y con mayores campos nubosos capaces de producir más lluvias y más inundaciones.

Siendo realistas, Hato Mayor sufrió el mayor daño producido por la tormenta Isaías en territorio dominicano, pero debemos estar conscientes de que pudo ser peor si no se hubiese encontrado con tanto polvo fino del Sáhara, y en tal virtud debemos pensar que no siempre recibiremos una tormenta debilitada por el polvo del Sáhara, y que esa realidad amerita una intervención para canalizar y aumentar la sección de tránsito de la crecida pico de cada corriente fluvial en Hato Mayor, y al mismo tiempo desalojar y reubicar en lugares altos aquellos asentamientos humanos susceptibles de inundación en caso de un impacto de igual o mayor dimensión a Isaías, por lo que debemos aunar esfuerzos para elaborar un mapa hidrológico detallado para identificar en Hato Mayor la susceptibilidad a inundaciones por precipitaciones acumuladas en 24 horas superiores a los 200 milímetros por metro cuadrado, un mapa de intervenciones hidráulicas urgentes, y un mapa de reordenamiento territorial marginal que garantice tranquilidad a la comunidad.

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