La subsecretaria de Seguridad Ciudadana, Democracia y Derechos Humanos de los Estados Unidos, Uzra Zeya, vino sigilosamente al país, con un definido mensaje del presidente Biden, a bordo de su agenda en el país del Norte e intereses políticos, relativos a Haití y su proceso de autodestrucción.

En una ensalada de intenciones y objetivos, instó al gobierno dominicano a “prestar servicio a todas las personas vulnerables, incluidos los haitianos y los dominicanos de ascendencia haitiana”.

Su falta de tacto o incapacidad de los asesores, la llevaron a una descomunal metida de pata, refiriéndose a los nacidos aquí como dominicanos, envolviéndose en los trapos sucios del perverso plan de la invasión por el útero y el “atajar” en nuestro país a los que desde Haití, migran para el continente.

La Constitución haitiana define como haitianos a todos los nacidos de padres haitianos, adonde quiera que nazcan. Por ello, esos que menciona la Sra. Zeya no son apátridas, sino haitianos nacidos en nuestro territorio, porque el imperio de la ley así lo consigna, aquí.

No creo que a la Sra. Zeya le interese saber cuántos dominicanos viven en condiciones de vulnerabilidad, sin que el propio gobierno acuda en su auxilio ni pueda prestarles asistencia. ¿Solidaridad o simple conveniencia? Nuestro país ha sido utilizado por las potencias del mundo para resolver asuntos geopolíticos de interés único para esas naciones.

En las conversaciones de Palacio se perciben intereses espurios y objetivos muy lejanos de los de nuestra nación y con orgullo se cacarea que la Ley de Extinción de Dominio, fue impulsada y requerida por los Estados Unidos. ¿Para qué? ¿Para resultados similares a los de Quirino y otros, cuando nos ha tocado entregarles capos que luego regresan libres de pelos y plumas y pontificando? Para extraditar a delincuentes con cargas delictivas hay que levantar esos delitos de manera definitiva, para extrañarlos del territorio en ruta a prisiones para “averiguar” lo que le interesa al Tío Sam. La doble moral corroe las bases de la sociedad misma y esos ejemplos han servido para guiar en el plano legal a otros infractores de gran calado.

La subsecretaria de Seguridad Ciudadana parece no comprender que el Gobierno dominicano se debe a los nacionales y sus esfuerzos deben estar alineados para mejorar las condiciones de los criollos. Bien podría el gobierno americano establecer sistemas de ayuda humanitaria, clínica, sanitaria, de desarrollo, militar para el orden, para que los ciudadanos haitianos se queden en su territorio y allí reciban de parte esa oficina lecciones de democracia, soporte en la seguridad ciudadana y el apoyo con los Derechos Humanos, y fracasarán una y otra vez, empujándolos hacia regímenes que no podrán saciar su hambre, ni dotarles de herramientas de desarrollo, sin recursos ni controles.

Ninguna acción aislada en un país que tiene un proceso de deterioro tan agudo y hoy controlado por pandilleros, puede ser exitosa.

El apoyo al nuestro anda confundido y el presidente tiene que sopesar lo positivo y negativo de caramelos que pudieran estar envenenados.

Los políticos eluden y evitan el tema haitiano pero con los cambios y la presión sobre la ciudadanía en sus extremos, el político que lo desecha compromete su futuro y empaña su presente.

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