Las turbulencias políticas que enfrenta la República Bolivariana de Venezuela a raíz del descrédito de los resultados electorales, han llevado a sus autoridades políticas a asumir iniciativas que lesionan la tranquilidad y el orden interno, mientras que en el contexto internacional laceran las relaciones diplomáticas y de buena vecindad que históricamente han mantenido con otros países de la región, siendo el caso de la República Dominicana.
A propósito de la suspensión de las relaciones diplomáticas entre ambos estados, encaminada por las autoridades venezolanas, nos proponemos desarrollar una reseña histórica de los eventos que han marcado el curso de tan importante vínculo, siendo la democracia el hilo conector del mismo.
En ese contexto, en un trabajo titulado “Historia de Relaciones Bilaterales República Dominicana-Venezuela”, colgado en el portal digital del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela, se establece lo siguiente: “La familia de nuestro Libertador, Simón Bolívar, específicamente su quinto abuelo paterno, Don Simón de Bolívar, arribó a la isla La Española en el siglo 15 y se asentó en lo que hoy se conoce como Higüey, donde fue el principal auspiciador de la catedral de la provincia”.
Por su parte, el prócer dominicano Juan Pablo Duarte vivió en nuestro país durante mucho tiempo, al igual que parte de sus familiares, resume el referido trabajo.
Tal información demuestra que los vínculos entre ambos países anteceden al inicio formal de las relaciones diplomáticas, establecidas en 1945 y que se mantuvieron hasta la fecha, con sus altibajos, considerándose esta coyuntura excepcional, por el rumbo antidemocrático que ha tomado la patria de Bolívar.
El frustrado intento de magnicidio al presidente venezolano, Rómulo Betancourt, perpetrado en 1960 por órdenes del dictador Rafael Leónidas Trujillo, sirvió para exponer en el contexto internacional las atrocidades cometidas por el sátrapa. El suceso y sus consecuencias fue denunciado ante la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyos miembros decidieron romper relaciones diplomáticas y sancionar al régimen trujillista.
A la postre, el expresidente Juan Bosch estuvo exiliado en Venezuela; y el exmandatario venezolano, Carlos Andrés Pérez, visitaba con frecuencia nuestro país, teniendo relaciones primarias con el liderazgo perredeísta, especialmente con el líder histórico, Dr. José Francisco Peña Gómez, con quien compartía una visión ideológica y jerárquica dentro de la Internacional Socialista (IS).
El fenecido dignatario Hugo Chávez llegó a referir al afecto y la gratitud que sentía por los dominicanos, a quienes conoció de cerca cuando residió una temporada en el país, además de que durante sus gestiones recibimos el importantísimo y estratégico respaldo del programa energético “Petrocaribe”, que estrechó mucho más las relaciones comerciales y de confraternidad entre los dos pueblos.
Por otro lado, recordamos el éxodo de dominicanos hacia la nación suramericana en la década de los 80´s, aprovechando el boom económico y las oportunidades que ofrecía la pujante y prospera economía, impulsada por el flujo de los petrodólares.
Los dominicanos también le dimos acogida a la llegada masiva de venezolanos a partir de 2014, quienes tristemente salieron de su país intentado escapar de la miseria y el auge de la delincuencia que dieron origen a las protestas masivas de corte violento, las cuales el Gobierno de Nicolás Maduro asumió como un intento de Golpe de Estado y desde entonces empezó a dar muestras claras de retaliación política y totalitarismo.
El Estado dominicano le dio y le sigue brindando su apoyo a los venezolanos, evidenciado en el Plan Nacional de Normalización, donde los mismos pueden hacer ajustes de estatus migratorio para permanecer en nuestro territorio legalmente.
En este contexto de crisis y más allá de las diferencias ideológicas entre los gobiernos de ambos estados, los dominicanos tenemos el compromiso moral e histórico de apoyar las luchas por la democracia que gestan los venezolanos en este momento trascendental de su historia.