El Banco Central ha combinado liberalización del encaje legal con flexibilización de tasas para estimular economía

Cuando en octubre del 2016 el Banco Central de la República Dominicana (BCRD) aumentó 50 puntos a su tasa de interés de política monetaria, la economía dominicana estaba creciendo por encima de sus posibilidades, impulsada por el crédito bancario al sector privado, que para entonces crecía a una tasa anual del 12%. Fue una medida parecida a quitar el pie del acelerador, para reducir la velocidad de la marcha del motor.

La medida, que modificó un largo período de más de un año de inamovilidad en 5.0% de la tasa de referencia, tuvo un carácter “preventivo” ante las amenazas de riesgo inflacionario que anticipaba el elevado crecimiento del producto interno bruto (PIB) que para los primeros nueve meses del 2016 acumulaba un crecimiento de 6.9% interanual.

En dirección contraria movió el BCRD su política monetaria cuando, en julio del 2017, en su reunión de política monetaria decidió reducir su tasa de interés de referencia en 50 puntos básicos, de 5.75% anual a 5.25% anual, con efectividad a partir del 1 de agosto. Para entonces la economía se había ralentizado en el segundo trimestre, y el BCRD buscaba reanimarla. Envió señal al mercado de que las tasas de interés debían bajar para dinamizar el crédito bancario, para con su efecto, empujar el consumo y la actividad económica en general. Fue como acelerar la marcha.

El argumento principal de entonces fue que las cifras preliminares durante el segundo trimestre del año señalaron que el crecimiento económico se había situado “sensiblemente por debajo de su potencial, influenciado por una fuerte desaceleración de la inversión privada y una importante reducción en el gasto público, particularmente en el gasto de capital”.

Para la ocasión, el BCRD combinó su señal al mercado con una acción directa para el aumento del financiamiento, al disponer una reducción de unos 2.2 puntos al encaje legal a la banca comercial y otros intermediarios financieros sujetos a crear reservas de los depósitos captados. Esa liberalización que representó unos RD$20,000 millones, fue destinada a facilitar préstamos a tasas bajas y plazos determinados, a los sectores productivos, al consumo, al comercio, a los adquirientes y constructores de viviendas y al comercio en general. El propósito era empujar el crecimiento del PIB.

Combinación de instrumentos

La combinación de reducción de la tasa de interés de referencia y liberalización de recursos del encaje legal, reforzó la proactividad de la política monetaria, abandonando la postura neutral que había mantenido por varios meses.

La neutralidad relativa se mantuvo en la tasa de política monetaria hasta octubre del 2016, cuando subió a 5.50%. El nivel lo mantuvo hasta marzo del 2017, cuando nuevamente fue aumentada en 25 puntos porcentuales hasta 5.75%.

Fue una señal de restricción monetaria. La explicación de la medida de entonces fue que se basó en un amplio análisis del balance de riesgos en torno a las proyecciones de inflación incluyendo los principales indicadores macroeconómicos, las expectativas del mercado y el entorno internacional relevante para la economía dominicana. En ese momento, el ámbito doméstico indicaba que la actividad económica seguía “creciendo por encima de su potencial”, aunque ya se observaba “una convergencia gradual a este nivel en el mediano plazo”
Para febrero del 2017, la tendencia-ciclo del Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE) registraba un crecimiento interanual de 5.5%, nivel que estaba en consonancia con las proyecciones del Programa Monetario.

El crédito al sector privado en moneda nacional se expandía a una tasa interanual en torno a 11.0% al cierre del mes de marzo, cifra superior al crecimiento del producto nominal, éste último definido como la sumatoria del PIB real más la inflación.

El escenario cambió en julio del 2017, cuando la tasa fue reducida en 50 puntos a un 5.25%. Para entonces había asomos de enfriamiento.

El panorama de ajustes de tasas con periódicos cambios de dirección, se mantuvo hasta el mes de julio del 2018, cuando nuevamente el BCRD decidió aumentar 25 puntos básicos, a 5.50 % su tasa de política monetaria. Al momento de tomar la decisión, los análisis de los economistas del Banco Central reflejaban que la economía se mantendría creciendo durante todo el año por encima de su potencial, fruto de los efectos que todavía percibía de los estímulos monetarios que implicaron las medidas de flexibilización de tasas y liberalización de encaje que venían de períodos anteriores.

Panorama del aumento de tasa de julio del 2018

Según esos datos preliminares, el IMAE registraba un crecimiento acumulado de 6.6% entre enero y mayo de 2018, y la tendencia-ciclo de ese indicador se expandía a una tasa anual de 6.9% en el mes de mayo, proyectando que la economía se mantendría creciendo por encima de su potencial a lo largo del año. “En la medida que esta senda de crecimiento se mantenga y genere presiones sobre los precios domésticos futuros, la política monetaria continuaría moviéndose hacia el retiro del estímulo monetario puesto en marcha el pasado año”, dijo el BCRD en su comunicado de julio de política monetaria. La medida también buscaba evitar “desvíos importantes en el diferencial entre las tasas de interés domésticas y las de EUA, lo que de ocurrir pudiese tener un impacto macroeconómico adverso”. La FED está subiendo la tasa.

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