El líder ultraderechista se mantiene esquivo sobre cuál será su reacción en caso de que pierda ante Lula da Silva

Sao Paulo. Brasil afronta este domingo la segunda vuelta de las elecciones con la incógnita de si el presidente Jair Bolsonaro aceptará una posible derrota tras sembrar sospechas contra el sistema de votación durante meses al más puro estilo Donald Trump.

A pesar de haber bajado el tono a sus amenazas, el líder ultraderechista se mantiene esquivo sobre cuál será su reacción en caso de que pierda ante el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, favorito en las encuestas.

La semana pasada, el jefe de Estado afirmó en una entrevista con varios medios de comunicación que, si no ocurre nada “anormal”, “no hay por qué dudar del resultado de las elecciones”.

Sin detallar lo que consideraría “anormal”, a renglón seguido insinúo, contrariando los sondeos, que se ve favorito por lo que observa “en las calles” y que siente que “hay una diferencia enorme” con respecto a Lula. “Pero vamos a las urnas, vamos a dejar esa cuestión con la comisión de transparencia electoral”, indicó el capitán retirado del Ejército quien, tras fuertes presiones, consiguió que las Fuerzas Armadas integraran ese órgano de fiscalización.

Fuentes del Centro de Defensa y Seguridad Nacional (Cedesen) de Brasil, una organización privada que reúne a exministros del área y antiguos militares de alto escalón, creen que si Bolsonaro pierde, “cuestionará el resultado”, como “ocurrió en Estados Unidos” con el entonces presidente Donald Trump en las elecciones de 2020.

“Lo que no sabemos es si habrá alguna reacción violenta, como pasó en EE.UU.”, indicaron a EFE esas fuentes, en alusión a la invasión al Capitolio por parte de seguidores de Trump el 6 enero de 2021.

Críticas sin tregua

Bolsonaro no cuestionó el resultado de la primera vuelta del 2 de octubre, en la que obtuvo el 43.2 % de los votos frente al 48.4 % de Lula, pero días más tarde sugirió, sin pruebas, que el escrutinio avanzó como si estuviera programado por un “algoritmo”. También se refirió a las urnas electrónicas, que el país utiliza desde 1996 y que no han sido objeto de denuncias desde entonces, como un sistema “obsoleto” y “anticuado”.

Meses antes aseguraba incluso que propiciaban “fraudes” y el año pasado amenazó con no reconocer el resultado, si Lula, ya disparado en las encuestas, ganaba las elecciones.

En paralelo, el Gobierno también ordenó investigar a las empresas demoscópicas, de las que sospecha que “manipularon” los sondeos previos a la primera ronda en favor de su adversario.

A esa campaña de descrédito ha arrastrado al Partido Liberal (PL), sigla con la que se presenta a la reelección, y a un sector de las Fuerzas Armadas, cuyo papel en las elecciones se limitaba apenas a labores logísticas hasta este año.

Protagonismo inédito de las FF. AA.

Bolsonaro, que llegó a proponer que los militares realizaran un recuento paralelo de los votos, ha admitido que el Comando de Defensa Cibernética del Ejército “viene trabajando antes, ahora y lo seguirá haciendo también durante la segunda vuelta electoral”.

Sobre las conclusiones preliminares de esa fiscalización, no ha trascendido nada. El Tribunal Superior Electoral exigió la presentación de los resultados al Ministerio de Defensa, que informó que solo los dará a conocer después del balotaje.

Pese a todo el ruido, las fuentes citadas incidieron en separar el Ministerio de Defensa, un “cargo político” ocupado hoy por un militar, el general Paulo Sérgio Nogueira, con la cúpula de las Fuerzas Armadas.

Bolsonaro gasta sus últimos cartuchos

Bolsonaro gasta sus últimos cartuchos en un esfuerzo por convencer al electorado y revertir la ventaja que todos los sondeos le dan al exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva. Buena parte de la munición que le resta al capitán de la reserva del Ejército ha sido dirigida contra la justicia electoral, a la que intenta desacreditar desde hace más de un año, cuando las encuestas comenzaron a detectar el favoritismo de Lula, a quien se le atribuye hoy una ventaja de entre cuatro y siete puntos de cara al domingo. Este jueves, en una barriada popular de Río de Janeiro, Bolsonaro insistió en que Lula encarna la “corrupción” y el “comunismo”, algo en lo que ha insistido en esta campaña, pero no hizo referencias directas a su último y virulento ataque contra el sistema electoral, que esta semana ha sido una constante en sus pronunciamientos. Comenzó el pasado lunes, con una denuncia presentada al TSE, según la cual un número no precisado de radios no transmitieron la propaganda gratuita de Bolsonaro, algo a lo que tienen derecho legal todos los candidatos.

Sin embargo, la denuncia fue desestimada por el TSE, debido a que los documentos en que se fundamentaba solo contenían mediciones del tráfico por internet, en donde esa propaganda no es obligatoria.

Lula denuncia “táctica” de Bolsonaro

La campaña del exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva denunció que el presidente Jair Bolsonaro sigue una “táctica” para cuestionar el resultado de las urnas, en caso de una derrota.

“Estamos viviendo unas elecciones en Brasil que son más que eso, son una encrucijada histórica”, advirtió el exministro Aloizio Mercadante, coordinador del programa de Gobierno de la candidatura de Lula, en un encuentro con corresponsales en Sao Paulo.

Mercadante afirmó que Bolsonaro, líder de la extrema derecha brasileña, sigue “dos tácticas” que han caminado en paralelo a lo largo de esta “larga y dura” campaña.

“Una que es disputar la elección e intentar ganar dentro de las reglas, y una segunda que es cuestionar el resultado inspirado en su gran referencia”, el expresidente estadounidense Donald Trump, como hizo este último en los comicios de 2020, apuntó.

El exministro mencionó las sospechas que ha sembrado el mandatario durante meses sobre la legitimidad de las urnas electrónicas, que el país utiliza desde 1996 sin que hayan sido objeto de denuncias por fraude, y sobre la actuación del Tribunal Superior Electoral y la Corte Suprema de Justicia, a los que acusa de favorecer a su adversario.

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