Cuando los gobernantes se manejan con franqueza motivan confianza en los pueblos. Se eleva el dirigente con la sinceridad, no así con las sinuosidades ni guardando silencio como respuesta.

Luego del proceder poco fino adoptado por el gobierno dominicano, ante el de China, y la respuesta de altura, solidaria, humanista, oportuna y cordial, que han dado los dirigentes de la  República Popular China, lo menos que puede hacer el presidente Abinader, es, además de admitir su falla diplomática, darle las gracias al gobierno de Xi Jinping.

El sometimiento del gobierno dominicano ante el imperio norteamericano, le ha impedido ser realista y ejecutar una política internacional independiente. Poner en práctica la autodeterminación.

Mientras la administración norteamericana hace caso omiso a la situación de salud que padece nuestro país por la pandemia, China nos  ha extendido la mano solidaria o,  por  lo menos, no nos ha negado la venta de la vacuna.

Al presidente Abinader, le resulta algo difícil por su identificación con el sistema que sirve de sostén al imperio, reconocer que quien ha compartido sus vacunas con nosotros, ha sido China y no el régimen al cual él consideraba su aliado y benefactor.

China Popular, no solamente procedió a vendernos ahora la cantidad de  un millón de vacunas Sinovac contra el COVID-19, sino que también nos dio  de ñapa la cantidad de 50,000 dosis de vacunas de Sinopharm y 51,200 jeringuillas, gratificación que merece ser tomada en cuenta por la situación de ataque a nuestro país por la COVID-19.

En los momentos de urgencia es  cuando se conocen a los verdaderos amigos. Ahora,  ante el estado de necesidad; en vista de la imperiosa situación de nuestro pueblo por la pandemia, que le ha causado más de 3 mil muertos, es que nos hemos dado cuenta de que ante el apremio ha sido China Popular, la  que se ha portado bien  para enfrentar la pandemia.

La demostración de cariño empalagoso, de parte del gobierno dominicano hacia el norteamericano, no ha sido correspondida, precisamente ahora, cuando se ha necesitado prueba de reciprocidad, ante tantos halagos de parte de la gestión gubernativa del presidente Abinader.

Al parecer, no ha bastado el hecho de doblar las rodillas y arrodillarse, para que el imperio correspondiera, por lo menos vendiéndole al pueblo dominicano las vacunas para que la COVID, no siga matando a más hombres y mujeres de nuestro pueblo.

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