Riesgo laboral de ser político

Luego de los últimos acontecimientos políticos en el país, me pregunto, ¿habrá menos gente interesada en ser político activo o menos interesadas en cargos públicos?

Luego de los últimos acontecimientos políticos en el país, me pregunto, ¿habrá menos gente interesada en ser político activo o menos interesadas en cargos públicos?¿Por qué? ¿Porque será más difícil robar? ¿O porque es estar expuesto a que te difamen de manera irremediable aun actuando correctamente? Parece que como en todo trabajo, meterse a político conlleva riesgos laborales. Es claro que la dicotomía no es nueva, pero sí parece más evidente ‘últimamente’.

Daría para muchas cuartillas explicar que asumir funciones públicas implica ensuciarse las manos. Y parece que hay dos formas básicas en incurrir en esto último: Una, cuando es preciso ensuciarse las manos para proteger las mayorías, por ejemplo el uso de la violencia institucional; y aun en este caso hay discusión; y en segundo lugar, ensuciarse las manos para beneficio propio, y es en este último caso en que la tolerancia es cero.

Sin que el mal sea exclusivo de esa parcela política, parece que aquello que se decía en mentideros públicos de que después del primer gobierno del PLD este partido había devenido en una corporación de lucro particular de una parte de su dirigencia y de competencia con los grupos tradicionales económicos; hoy parece confirmarse.

Nadie niega la repugnancia que provocaban con sus exhibiciones de poder y riquezas y lo que es peor, el dañino efecto demostración sobre nuestra juventudes que asumían dos formas de enriquecimiento rápido, o las drogas y su tráfico o la política.

Parece que es verdad que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Después del vendaval el tema regresa: ¿es bueno meterse a político activo? O debemos dejarle eso a los tígueres? ¡Qué pena!

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