Los acuerdos suscritos ayer por el presidente Danilo Medina y el gobernador de Puerto Rico Alejandro García Padilla obligan a pensar en las posibilidades del Caribe y de cómo la República Dominicana puede jugar un papel preponderante con el desarrollo de políticas de intercambio en la región.
Puerto Rico es y ha sido una oportunidad para los dominicanos, desde aquellos que no encuentran camino en el país y se establecen allá, lo mismo que en determinada coyuntura ha ocurrido con los puertorriqueños, como a mediados del siglo pasado, cuando muchos encontraron refugio aquí. Ambas naciones han acogido a notables ciudadanos de uno y otro lado en la búsqueda de un mejor destino para sus pueblos.
Ahora, los estadistas construyen una nueva relación. Puede marcar un camino inédito en el Caribe. Desde el punto de vista de la cultura, Puerto Rico y República Dominicana más Cuba constituyen una comunidad hispana de 25 millones y medio de habitantes con una historia compartida. Nuevas visiones pueden dar un giro a esos nexos que vayan más allá de lo que la dinámica ha permitido.
En esa perspectiva, los acuerdos suscritos pueden marcar una pauta. Son de mucha trascendencia. Ni hablar del convenio para la expansión del intercambio comercial, con 25 productos agrícolas y 25 productos industriales identificados que pueden ser exportados en cantidades significativas a Puerto Rico, lo que tendría un magnífico impacto en la generación de empleos.
La posibilidad de fichar posibles encadenamientos productivos entre industrias puertorriqueñas y dominicanas, para desarrollar partes de procesos, en los que cada economía tenga mayor ventaja comparativa, y por esa vía exportar a otros mercados, puede ser perfectamente viable. Un reto.
Las ofertas a estudiantes dominicanos en Puerto Rico; la enseñanza del idioma inglés en República Dominicana con la ayuda de la Universidad de Puerto Rico; la cooperación para mejorar el desempeño policial dominicano, la colaboración en la gestión impositiva y la prevención de desastres naturales, podrían ser muy útiles.
Se abre un amplio campo para la promoción de inversiones. Y lo más importante, descubrimos que Puerto Rico es un socio, más que un destino. Ahora, pongamos ojos sobre Cuba.
