Alejandro Prats y su pasión por el boliche

El boliche, a pesar de que es una disciplina que no aparece todos los días en los diarios y noticieros, que no está dentro de los deportes más populares en la República Dominicana y no es tan accesible como otros, hizo que Alejandro Prats transformara

El boliche, a pesar de que es una disciplina que no aparece todos los días en los diarios y noticieros, que no está dentro de los deportes más populares en la República Dominicana y no es tan accesible como otros, hizo que Alejandro Prats transformara su vida justo un día en el que fijó su incesante mirada en aquel bolo azul brillante y redondo.

Lo que penetró en el corazón de Alejandro no fue el “deporte rey” de los dominicanos, ni siquiera el baloncesto, que enamoró a su padre, Frank Prats, convirtiéndolo en inmortal del deporte, ni tampoco el tenis de mesa o la natación.

De niño jugó con pelotas y balones de diferentes tamaños, pero cuando entró a la atmósfera bolichera sintió cómo esa disciplina lo había amarrado. “Jugaba todos los deportes populares que había en ese entonces, pero cuando llegué a la bolera, no sé qué fue, pero el reto de tomar una bola y arrojársela a los pinos, cuantas veces pueda, me llamó la atención”, dijo Prats a elCaribe. “El boliche es un deporte de reto, pero también divertido. También es una disciplina sin ningún contacto físico, y no necesariamente hay que jugarlo en equipo”, agregó.

Inspirado por este deporte, Alejandro lo convirtió en una religión para él. Practicaba desde los 14 años con la firme intención de que algún día lograría escalar, como su padre, en la historia del deporte dominicano. Frank integró el primer equipo dominicano que participó en un mundial de baloncesto y la escuadra que conquistó la primera presea de oro en Centrobasket de 1977 realizado en Panamá. “El baloncesto y el boliche siempre estuvieron juntos para mí, incluso todavía al baloncesto le doy tanto seguimiento como si lo jugara, en prensa, televisión y radio”, apuntó. “Lo mejor de haber elegido esta disciplina, fue que conté con el apoyo de mi padre. Me dijo que si quería el boliche que lo hiciera pero si lo iba a hacer, que estuviera dentro de los mejores”, narró.

Y fue así como este joven inteligente y habilidoso comenzó a mejorar su nivel de juego. Ya a los 16 años formó parte de la pre-selección nacional, destacándose en las competiciones juveniles. “Cuando empecé a destacarme como nacional, di el siguiente paso de jugar en torneos internacionales. Al ver los resultados y que quedaba siempre entre los primeros, me pasó por mi mente que podía darme grande”, relata. Ese gran salto de conquistar una medalla de oro en apenas sus segundos Juegos Centroamericanos confirmó lo que había pensado años atrás: convertirse en el emblema, la potencia, sobre todo, la esperanza del boliche dominicano. Antes, había alcanzado el metal dorado en pareja junto a José Miguel Estrada en los Juegos Centroamericanos Mayagüez 2010. “Fue doblemente emocionante, porque sabía que tenía el chance pero fue como un ‘dejá vu’. En el 2010 me pasó lo mismo porque jugué en mi grupo y venía otra tanda, así que decidí irme porque al otro día me tocaba jugar”, sostiene Alejandro. “Son 60 jugadores de Centroamérica. Fue una sorpresa ganar en individual, aunque sí estaba consciente que regresaría a mí país con una medalla. Conocía el nivel de los jugadores internacionales. Ya sabía más o menos a lo que me enfrentaba. Todo dependía de mí en ese momento”.

La arquitectura

Además de jugar boliche, Alex es un profesional de la arquitectura, profesión que le quitó el tiempo de practicar boliche desde el 2005 hasta el 2010.

“Tal vez pude corregir algún logro en ese período, pero no me arrepiento de eso, soy profesional ahora mismo y después de concluir la carrera la cogí con más gusto, más en serio con más trabajo realizado, así que los resultados, gracias a Dios, se están dando y estaré en el boliche hasta que mi cuerpo lo aguante”, explicó. Resaltó los logros que en los últimos años ha alcanzado la selección nacional del boliche, a pesar de las dificultades que enfrenta.

Frank Prats, un padre orgulloso de Alejandro

Frank Prats resalta cómo la enseñanza y la educación de sus hijos ha calado en cada uno de ellos para convertirlos en personas de bien para la sociedad dominicana. “Es una gran satisfacción, tú tienes que saber cuando sales de abajo y con las carencias que te costó llegar hasta éste momento. Darle lo mejor a mis hijos, la enseñanza, disciplina y educación fueron los pilares que les transmití para construir lo que hoy son”, manifiesta el exselección nacional de baloncesto. “Me he convertido en el fanático número dos, indiscutiblemente su madre, Bettina Morey, es su primera fanática”.

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