Ante un incendio sospechoso

Cuando Carlos Norberto Pérez (nombre ficticio de un caso real) recibió la llamada del encargado de su finca, ubicada en Matanzas, Baní, de que su vivienda estaba en llamas, sintió el corazón encogido ante un temor ancestral de que había sido…

Cuando Carlos Norberto Pérez (nombre ficticio de un caso real) recibió la llamada del encargado de su finca, ubicada en Matanzas, Baní, de que su vivienda estaba en llamas, sintió el corazón encogido ante un temor ancestral de que había sido víctima de un acto terrorista,  ejecutado por manos criminales,  en su corta ausencia.

Estaba en Baní en diligencias personales con quienes residían en el lugar del fuego. En el cuartel de los Bomberos dio cuenta del siniestro, recibiendo la reacción positiva de oficiales, que diligentemente enviaron al lugar el viejo camión, a pesar de que entre la cabecera de provincia y el lugar del fuego hay 2 núcleos urbanos, Sombrero y Matanzas.

En el primero hay un cuerpo de bomberos que no opera, con integrantes negados a trabajar por falta de pago y en el segundo no existe entidad alguna para socorrer a la ciudadanía en casos de emergencia. 

El camión tosía con su asma crónica, arrastrando la pesada carga de agua en su mecánica misión, contribuyendo a que los arriesgados y no valorados hombres de las mangueras, controlaran el incendio, donde lo que no consumió el fuego, lo dañó el agua.

Parece novela de García Márquez el que el esforzado camión hubo de volver a Baní para reponer su carga de agua y regresar a Matanzas con un largo recorrido de 26 kilómetros y evitar que se afectaran otras áreas de la edificación.

Gran frustración de la víctima, junto al agradecimiento a bomberos y el  desamparo e impotencia ante la sospecha de la acción de manos criminales y las pérdidas materiales y documentales que ha sufrido. 

No es gente de problemas; de buena relación con vecinos y allegados a la finca, con empleados, ajusteros y “echa días”. Su único conflicto: la temeraria demanda de un jornalero haitiano, impulsada por un abogado de la capital, ya que los de la zona rechazaron como reclamo jurídico por improcedente, pero dable al perverso sistema de la extorsión, ya que con razón o sin ella, toda demanda laboral acarrea gastos y molestias, bajo un Código que favorece de manera amplia al trabajador, afectando derechos fundamentales del empleador, por lo que muchos empresarios prefieren “transar” el caso aunque sobren razones para llevarlo a sus últimas consecuencias.

Se repite, con más agudeza en esa zona, el hecho de que  jornaleros haitianos exigen prestaciones, sin razón, y encuentran eco en abogados desaprensivos que han hecho de este sistema, su modus operandi.

Las sospechosas circunstancias de este siniestro y sus consecuencias, permiten hacer sólidas conjeturas que unen el evento con el conflicto laboral. Corresponde a investigadores policiales y peritos de los Bomberos de Baní, determinar si hubo manos criminales a unos y descubrir los autores, si los hubo,  al otro. l

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