Hoy por poco no sale Fogaraté, porque ayer me la pasé soñando un país sin encuestas ni sobresaltos y sin importar hacia dónde avanzara; que el aire no traía ruidos de comandos de campaña con bandereos y caravanas; que no tenía en sus periódicos, ni en su televisión, ni en su radio, voces que ofrecieran reivindicar a los pobres a muy corto plazo. En fin, soñé que vivía en un país feliz, pequeñito, verde y suave, donde no contaba el futuro ni el pasado, pero que tenía un sólo defecto: el inevitable despertar que me hizo volver a la República Dominicana a escribir esta columna que simplemente celebra la existencia del sábado.
Ayer soñé que soñaba
Hoy por poco no sale Fogaraté, porque ayer me la pasé soñando un país sin encuestas ni sobresaltos y sin importar hacia dónde avanzara; que el aire no traía ruidos de comandos de campaña con bandereos y caravanas; que no tenía en sus periódicos