La diva del R&B explicó a “The Sun” que «llegó un momento en el que no sabía ni qué día era ni en qué ciudad estaba», y por eso tuvo que confesar que se enfrentó con el miedo de perder «la salud mental». «Me sentaba en galas y me daban un premio y yo en lo único que pensaba en ese momento era en mi próxima actuación».
Fue su madre quien le advirtió de que debía cuidarse, descansar de esa actividad frenética que estaba poniendo en peligro sus nervios y su cordura. Y ella, finalmente, cedió: «Comencé a ir a museos, al ballet, viajé a China para ver la Gran Muralla y a muchos otros lugares donde ya había estado, pero que no había tenido tiempo de ver».
Incluso acudió como espectadora a los conciertos de su marido, Jay-Z, algo que por problemas de agenda nunca había podido hacer.
Este «paréntesis» en su carrera ha permitido que ahora la artista regrese a los escenarios renovada y con nuevas energías. La recompensa no se ha hecho esperar: su disco «4» ya se ha posicionado en el número uno de listas de ventas y ha sido muy elogiado, incluso, por los medios especializados que hasta ahora echaban pestes de cualquiera música que oliera a «comercial». Un triunfo.