Bienvenido señor embajador Brewster

La designación del nuevo embajador de Estados Unidos en el país, James “Wally” Brewster, ha causado un revuelo principalmente en los sectores religiosos por tratarse de un activista gay reconocido públicamente.Nuestro querido arzobispo…

La designación del nuevo embajador de Estados Unidos en el país, James “Wally” Brewster, ha causado un revuelo principalmente en los sectores religiosos por tratarse de un activista gay reconocido públicamente.

Nuestro querido arzobispo metropolitano de Santo Domingo, Nicolás de Jesús López Rodríguez, a quien aprecio profundamente, coherente como siempre lo ha sido, reitera su rechazo radical por la orientación sexual del diplomático,  asegurando que “de Estados Unidos se puede esperar cualquier cosa” por no compartir “en absoluto” ese tipo de opiniones y de preferencias.

En el entendido del prelado  “si el gobierno de Washington considera que ya está capacitado para enviar semejantes embajadores y excelencias al mundo, allá el gobierno de Washington”.

El consultor jurídico del poder ejecutivo, Cesar Pina Toribio, dijo que “sería una indelicadeza del Estado dominicano” no aceptar a James “Wally” Brewster como nuevo embajador en el país, al tiempo de dar su anuencia para que fuera designado.

En este sentido, el embajador interino y encargado de negocios de la embajada de los Estados Unidos en el país, Daniel Foote, dijo que el presidente Barack Obama no selecciono a Brewster para el cargo de embajador por su condición de homosexual, sino por sus aportes a la democracia y su calidad profesional.

Ante este pintoresco escenario que se nos repite con relativa frecuencia, sigo cuestionándome ¿qué hace una persona si nace gay? Qué protocolo han de seguir sus padres? ¿Sepultarlos? ¿Qué deberán hacer esos homosexuales en su vida adulta? ¿Suicidarse?

Con sobrada razón el colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (comunidad LGTB) acusó a las iglesias del país de promover el odio y la discriminación al rechazar la designación de un embajador por el solo hecho de ser homosexual.

Hay quienes asocian el homosexualismo con el libertinaje y la depravación. Sin embargo, dentro de los heterosexuales hay muchos libertinos y depravados.
A esta gente les exhorto a ver la película-de la vida real- titulada “Una plegaria por Bobby”, un joven  que por haber nacido gay en el seno de una familia cristiana recibió el rechazo de su propia familia.

El adolescente hizo lo imposible por rechazar su naturaleza ya que desde niño escuchaba decir en la iglesia a la que acudía y en su propio hogar  que“ los homosexuales son hijos del demonio”.

Bobby  se sintió acorralado y tuvo que escapar.  Pero no podía escapar de si mismo.  Entonces se suicidó. Su madre se sintió culpable y, desde entonces,  se ha dedicado , a luchar por la igualdad de los gays.  Hoy es una activista reconocida.

¿Deben los homosexuales hacerse pasar por heterosexuales? ¿Casarse? ¿Procrear familias? Y, en la clandestinidad, de manera furtiva, ¿desarrollar su verdadera naturaleza? ¿Cómo lo hacen muchos por temor a sentirse rechazados. ¿Eso es lo correcto? ¿Quién define lo que es correcto o no? ¿Se nace gay o no se nace gay.

La misma imposibilidad que presentaría un heterosexual que quiera ser homosexual la presenta este si desease convertirse en heterosexual.  Contra la naturaleza nadie puede.
¡Bienvenido, señor embajador Wally!l

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