Era prieto con ojos negros, luego sus ojos se hicieron azules y después su piel se hizo blanca; y así llegó a ser europeo. Las hermanas y hermanos que dejó en África preservaron varias de las características biológicas originales.
Ya en los tiempos de los estados de Grecia clásica, humanos tenían por esclavos a sus hermanos y los trataban como seres inferiores.
Luego en las distintas etapas de Roma desde la monarquía hasta el imperio, pasando por la república, millones de hermanos humanos considerados esclavos eran propiedad de otros hermanos humanos y podían hasta matarlos sin consecuencia alguna.
Con el llamado “Descubrimiento” la esclavitud tiene por base hermanos traídos del continente africano apresados por los propios hermanos africanos.
Y hace solo 149 años se aboliría la esclavitud en los Estados Unidos; pero existiendo aun en el sur de ese país en el 1930, es decir hace solo 84 años – hay historias al respecto- la posibilidad de que un ser humano violara la esposa de otro, que ante una tímida protesta aquel lo ultimara a balazos, sin ninguna consecuencia pues vivía en una plantación de su propiedad. Por igual en Estados Unidos de 1948, es decir hace 66 años – por ley- una señora que ocupa un asiento en un autobús debe pararse para cederlo a un señor que recién lo aborda solo por tener otro color de la piel.
Una reciente investigación de restos humanos antiguos hallados en La Braña-Arintero, España, dirigida por Carles Lalueza Fox y publicada en la prestigiosa revista científica Nature, prueba que hace 7 mil años el europeo aún era prieto con ojos azules.
Hace algunas semanas un informe de Oxfam, respetable organización internacional humanitaria, revelaba que ha crecido la desigualdad en el mundo al grado tal que las 85 personas más ricas tienen ingresos equivalentes a las 3 mil 500 millones de personas más pobres, la mitad de la humanidad; pero decía además que la única entidad en capacidad para intervenir en la reducción de la desigualdad a nivel nacional es el Estado.
La evolución histórica hasta lo más reciente sobre la desigualdad en el mundo indica que la humanidad, más que en el estadio de la civilización, se encuentra aún en otras formas de salvajismo.
Cada Estado nacional y cada hermana o hermano humano debe procurar hacer su parte, no solo por sí mismo y los suyos como lo hace cualquier otro animal, sino luchar para que el Estado realmente sirva a los demás integrantes de su propia especie. Esa es la diferencia.
