Campaña electoral que debemos revisar

Usualmente las campañas electorales son los escenarios ideales para que los candidatos presidenciales luzcan sus mejores galas discursivas y propositivas de frente a una sociedad que siempre espera positivos cambios importantes en la administración&#823

Usualmente las campañas electorales son los escenarios ideales para que los candidatos presidenciales luzcan sus mejores galas discursivas y propositivas de frente a una sociedad que siempre espera positivos cambios importantes en la administración pública que contribuyan al progreso y a la mejoría de las condiciones de vida de todos los ciudadanos, pero fundamentalmente de los más pobres que son los más necesitados del apoyo directo del Estado, sin embargo, la actual campaña electoral transita por un sendero muy particular, donde la prioridad discursiva es descalificar, insultar y azotar, pero sin propuestas importantes y coherentes que animen y atraigan el voto masivo de la gente, y orientándose con esa brújula declinada sólo se va a llegar a la nada.
Todo el que aspira a llegar, siempre le ofrece al electorado nacional que su meta principal es darle empleo a todos los desempleados, garantizarle pan a todos los hambrientos, eliminar la pobreza extrema y administrar los fondos públicos con eficiencia y honradez, y con ese discurso demagógico y repetitivo, durante siglos muchos políticos han mantenido al país dormido, con el agravante de que ahora el discurso es insultante y denigrante.

Todo candidato presidencial debía hablar del grave peligro ambiental que representa la severa contaminación bacterial cloacal de nuestras aguas superficiales y subterráneas, sobre todo porque ese problema se ha de incrementar con los efectos directos del cambio climático y las cada vez más frecuentes y largas sequías, lo que ha de reducir la cantidad de agua potable disponible para la población y ha de aumentar los niveles de contaminación porque en este país a ningún gobierno le ha interesado construir alcantarillados sanitarios, y la suma de esos factores amenaza a las crecientes generaciones de quedarse sin agua dulce, óiganlo bien.

Pero como nuestros políticos no entienden absolutamente nada del tema ambiental, ni quieren asumir la responsabilidad social de una verdadera solución al suministro de agua potable a toda la población, algunos se limitan a ofertar que de ganar la presidencia declararían a la loma de Miranda como parque nacional, ignorando que la loma de Miranda no tiene absolutamente nada que ver con la falta de alcantarillados sanitarios, ni con la actual contaminación de los ríos Ozama, Isabela, Haina, Higuamo, Duey, Yuna, Camú, Yaque del Norte, etc., ni con el precario suministro de agua potable a nuestra población, ni con el desempleo, ni con la delincuencia, ni con las deficiencias en servicios de salud, ni con la mala calidad de la educación; pero quieren vender demagogia.

Aquí siempre escuchamos el mismo pobre discurso de oposición cimentado sobre la zapata lodosa de la corrupción, sabiendo bien que la corrupción administrativa siempre ha existido, y cada día crece porque la única corrupción mala es la del otro, nunca la de nosotros, y en todos los partidos de oposición siempre hay un gran telescopio para ver desde muy lejos la corrupción del gobierno de turno, y luce que esa detallada observación no es sólo para denunciarla y ayudar a corregirla, sino también para aprenderla y luego practicarla, pues todo el país sabe bien que quienes se rasgaron públicamente las vestiduras, cuando el presidente Joaquín Balaguer, de manera responsable, dijo: “La corrupción se detiene en la puerta de mi despacho”, no fueron capaces de erradicarla cuando llegaron al gobierno, pero sí fueron capaces de multiplicarla y de aprovecharla.

Pero lo más llamativo de esta campaña electoral es la migración permanente hacia partidos diferentes, la que garantice, sin convención, una personal aspiración, ya sea municipal, congresual, o presidencial, aún sin una buena propuesta electoral, migración que va acompañada de un nuevo discurso cargado de acusaciones y descalificaciones para el partido dejado atrás, las que nunca fueron enarboladas mientras se estuvo dentro del partido abandonado, particularmente mientras se disfrutaba de los privilegios de importantes cargos ministeriales, lo que convierte al candidato, o al partido que ha migrado a otro lado, en representante de alta traición para los abandonados, y en representante de la reivindicación, la santificación y clara visión en el lugar donde ha llegado, confirmando que un candidato, o un partido, es bueno si está con nosotros, y es malo si está con los otros, proyectando incoherencia; y consideramos que esta campaña electoral la tendrán que revisar.

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