Carácter

Entendida la suerte como eventos favorables o desfavorables que están fuera de nuestro control, puede decirse que hay una clase de suerte constitucional. Es decir, no podemos escoger a nuestros padres ni el lugar ni circunstancias de…

Carácter

Escuchando a alguien testimoniar ante su congregación religiosa cómo Dios la había transformado de una persona muy emocional, irascible e impaciente a otra tolerante y amorosa, y la felicidad que ese cambio le significaba, valoré que forjarnos…

Entendida la suerte como eventos favorables o desfavorables que están fuera de nuestro control, puede decirse que hay una clase de suerte constitucional.

Es decir, no podemos escoger a nuestros padres ni el lugar ni circunstancias de nuestro nacimiento y crecimiento. Tampoco podemos escoger nuestros talentos o nuestro coeficiente intelectual.

Todo eso está fuera de nuestro control, salvo nuestro carácter. Podemos escogerlo, de hecho, estamos forjándolo cada vez que hacemos una elección: evadir o confrontar la adversidad, doblegarnos ante la realidad o mantenernos bajo su peso, por ejemplo. 

A medida que vivimos y tomamos decisiones, forjamos nuestro carácter, el centro de nuestro desarrollo como seres humanos en general y como líderes en particular. ¿Iniciando esta semana, cuáles son tus elecciones? l

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Escuchando a alguien testimoniar ante su congregación religiosa cómo Dios la había transformado de una persona muy emocional, irascible e impaciente a otra tolerante y amorosa, y la felicidad que ese cambio le significaba, valoré que forjarnos un buen carácter es esencial para nuestro mejor interés humano, por lo que nunca hay que resignarse a un temperamento malcriado o negativo. Abunda la gente que suele justificar su destemplanza, dureza, desamor, en que tal es su forma de ser, cuando hay caminos y recursos hacia desterrar esos u otros rasgos nocivos, poniendo disposición, fe y voluntad, bajo la consciencia de que sólo nos provocan daño, aunque quizá superficialmente pudiera parecer lo contrario. Tarde o temprano el mal carácter enferma física y espiritualmente. l

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