El Caribe y su poesía: Julia de Burgos, la poesía hecha mujer

NO HAY ABANDONO, por Julia de BurgosSe ha muerto la tiniebla en mis pupilas,desde que hallé tu corazónen la ventana de mi rostro enfermo.¡Oh pájaro de amor,que trinas hondo, como un clarín total y solitario

NO HAY ABANDONO, por Julia de Burgos

Se ha muerto la tiniebla en mis pupilas,
desde que hallé tu corazón
en la ventana de mi rostro enfermo.
¡Oh pájaro de amor,
que trinas hondo, como un clarín total y solitario
en la voz de mi pecho!
No hay abandono…
ni habrá miedo jamás en mi sonrisa.
¡Oh pájaro de amor,
que vas nadando cielo en mi tristeza…!
Más allá de tus ojos
mis crepúsculos sueñan bañarse en tus luces…
 ¿Es azul el misterio?
 Asomada en mi misma contemplo mi rescate,
 que me vuelve a la vida en tu destello…

He amado siempre la poesía de Julia de Burgos, la rebeldía de su vida, rompiendo moldes en su Puerto Rico natal y gritando a todo el mundo que no seguiría, aunque trataba, las pautas impuestas de una sociedad enquistada en normas y estructuras en que la mujer era solo objeto. Su inconsciente rebelde la traicionaba a cada instante, negándose una y otra vez a seguir las pautas trazadas por otros. 

Julia Constancia Burgos García; Julia de Burgos, nació en Carolina, Puerto Rico, en 1914 y murió en  Nueva York, 1953, a la tierna edad de 41 años. Maestra de formación graduada en la Universidad de Puerto Rico y poetisa de alma y corazón, fue ante todo mujer llena de palabras y pasiones incontrolables que plasmó en sus poemas:  

Oh mar, no esperes más

Tengo caído el sueño
 y la voz suspendida de mariposas muertas.
El corazón me sube amontonado y solo
a derrotar auroras en mis párpados.
Perdida va mi risa
 por la ciudad del viento más triste y devastada.
 Mi sed camina en ríos agotados y turbios,
 rota y despedazándose
Amapolas de luz,
mis manos fueron fértiles tentaciones de incendio.
Hoy, cenizas me tumban para el nido distante.
¡Oh mar, no esperes más!
 Casi voy por la vida como gruta de escombros.
 Ya ni el mismo silencio se detiene en mi nombre.
 Inútilmente estiro mi camino sin luces.
 Como muertos sin sitio se sublevan mis voces….
Como sucedía entonces y sucede ahora, Julia de Burgos tuvo que hacer muchos trabajos. Trabajó en la Agencia para la Rehabilitación Económica de Puerto Rico, como empleada de una estación de leche, un lugar dedicado a los niños de familias pobres. También ejerció como maestra en un barrio de Naranjito en 1935.

En medio de sus actividades por sobrevivir, Julia se codeó con la intelectualidad de la época, como Luis Lloréns Torres, Luis Palés Matos  y Evaristo Ribera Chevremont; así como otros intelectuales de la región como fueron Juan Isidro Jiménez Grullón y Juan  Bosch, en ese momento dos intelectuales de fuste y líderes de la oposición anti trujillista del exilio dominicano.
Una de sus primeras poesías es Río Grande de Loíza, que era un verdadero canto a su tierra amada:
¡Rio Grande de Loíza!… Alárgate en mi espíritu
 y deja que mi alma se- pierda en- tus riachuelos
 para buscar la fuente que te robó de niño
 y en un ímpetu loco te devolvió al sendero.
 Enróscate en mis labios y deja que te beba,
 para sentirte mío por un breve momento,
 y esconderte del mundo y en ti mismo esconderte,
 y oír voces de asombro en la boca del viento…
¡Río Grande de Loíza!… Mi manantial, mi río,
 desde que alzome al mundo el pétalo materno;
 contigo se bajaron desde las rudas cuestas,
 a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos;
 y mi niñez fue toda un poema en el río,
 y un río en el poema de mis primeros sueños. (fragmento)
En 1936 publicó su poema Es nuestra la hora en una hoja suelta. Estaba comenzando a darse a conocer en el ambiente literario. El poema es un verdadero canto de rebeldía, de grito, de protesta contra las injusticias y la marginalidad de los pobres de su pueblo, pero sobre todo al sueño independentista contra el dominio de cualquier dominación imperial:

Traidores y Judas,
 ¡temblad!
 que es nuestra la hora
 ¡Nuestra!
 Ya se acerca el grito de los campesinos,
 y la masa
 la masa explotada , despierta.
 ¿Dónde está el pequeño que en el raquitismo deshojó su vida?
 ¿Dónde está la esposa que murió de anemia?
 ¿Dónde está la tala que ayudó a sembrarla, la que hoy está muerta?
 ¿Dónde está la vaca?
 ¿Dónde está la yegua?
 ¿Dónde está la tierra?
 Campesino noble, tu desgracia tiene sólo una respuesta:
El Imperialismo de Estados Unidos
tiene una ancha fosa:
allí está tu muerta,
allí el pequeñuelo,
allí tu vaquita,
allí está tu yegua,
 tu tala y tu tierra.
Campesino noble,
tu tragedia tiene solo una respuesta:
afila tu azada,
afeita el machete,
 y templa tu alma.
 Baja de tus riscos
 y cruza los prados borrachos de caña,
 ¡acércate!,
 que en las poblaciones también hay tragedia,
 también hay desgracia.
 Te esperan tus pobres hermanos del mangle
 y los jornaleros
 y las costureras.
 ¡Acércate!,
 mira las centrales:
 ¡Allí está tu muerte!
 Contempla el salvaje festín de las máquinas,
 Agarra bien fuerte tu azada
 y prosigue
 y di “ ¡Hasta la vuelta!”
¡Acércate!,
 aquí están los bancos.
 Un papel tan sólo llenaría tu casa
 de muchas monedas.
 ¿Lo tienes…? No obstante
 aquí esta tu tierra,
 tu única vaquita,
 tu tala y tu yegua.
 Contémplalo todo:
 fachadas,
 banqueros,
 monedas.
 Empuña bien fuerte el machete
 y prosigue
 y di “!Hasta la vuelta!”
¡ACERCATE!
 Hay muchos que esperan
 la llegada tuya
 que es hoy decisiva en la causa nuestra.
 ¡Agarra tu azada,
 empuña el machete
 y abraza las filas de la INDEPENDENCIA!…
 Traidores y Judas,
 !temblad!
 que es nuestra hora;
 nuestra la victoria,
 nuestra la República,
 nuestra su grandeza.
 Una patria libre se unirá al concierto
 de los pueblos grandes,
 en Hispanoamérica.
 Y la tiranía bailara su danza,
 la danza macabra de la despedida
 envuelta en la sangre de los mil traidores
 que han alimentado
 su vil salvajismo
 y su cobardía.
 ¡A formar, compañeros,
 a formar,
 que es nuestra la hora!
 ¡Nuestra!
 ¡Nuestra!
 ¡Nuestra!

Julia comenzó a darse a conocer en su patria amada. En 1936 pronunció un incendiario discurso titulado “La mujer ante el dolor de la Patria”, en la primera asamblea general del Frente Unido Pro Convención Constituyente, que fue celebrada en el Ateneo Puertorriqueño.  En 1937 publicó Poemas exactos a mí misma, que a juicio de los estudiosos, es una de las publicaciones que más la dio a conocer, aunque existen pocos ejemplares de esa publicación. En 1938 fue publicada su obra Poema en veinte surcos, y al año siguiente publicó su Canción de la verdad sencilla, que fue premiada por el Instituto de Literatura Puertorriqueña.  Mientras más se daba a conocer, más demanda tenía de participar en eventos literarios en cualquier ciudad del continente. Se codeaba con los grandes intelectuales de la época. Entonces pudo dedicarse a su pasión la prensa y la literatura.  En el trayecto de su vida logró ganarse el respeto por la hermosura de su creación literaria. Aunque su poesía era un canto a la vida y un grito de protesta por los pobres y explotados, es sin embargo, si creación poética amorosa la que refleja el corazón apasionado de esta mujer caribeña que todavía vive en el corazón de los amantes de la poesía:

Poema para las lágrimas

Corno cuando se abrieron por tus sueños mis párpados, rota y cansadamente, acoge mi partida.
Como si me tuvieras nadando entre tus brazos, donde las aguas corren dementes y perdidas.
 Igual que cuando amaste mis ensueños inútiles, apasionadamente, despídeme en la orilla…
 Me voy como vinieron a tus vuelos mis pájaros, callada y mansamente, a reposar heridas.
 Ya nada más detiene mis ojos en la nube… Se alzaron por alzarte, y ¡qué inmensa caída!
 Sobre mi pecho saltan cadáveres de estrellas que por ríos y por montes te robé, enternecida.
Todo fue mi universo unas olas volando,
y mi alma una vela conduciendo tu vida…

Todo fue mar de espumas por mi ingenuo horizonte… Por tu vida fue todo, una duda escondida.

 ¡Y saber que mis sueños jamás solos salieron
 por los prados azules a pintar margaritas!
 ¡Y sentir que no tuve otra voz que su espíritu!
 ¡Y pensar que yo nunca sonreí sin su risa!
 ¡Nada más! En mis dedos se suicidan las aves,
 y mis pasos cansados ya no nacen espigas.
 Me voy como vinieron a tu techo mis cielos…
 fatal y quedamente, a quedarme dormida…
 Como el descanso tibio del más simple crepúsculo,
 naturalmente trágico, magistralmente herida.
Adiós. Rézame versos en las noches muy largas..
En mi pecho sin lumbre ya no cabe la vida…

Así fue Julia de Burgos una mujer fuera de su tiempo, que vivió la pasión al límite. Independientemente de las críticas que podamos tener a su forma y manera de vivir, la hermosura de su poesía seguirá traspasando el tiempo y vivirá para siempre.

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