Carretera Sánchez, una amenaza asfaltada

Desde Baní hasta Barahona, la carretera Francisco del Rosario Sánchez, que conecta a todas las provincias del Sur, está bordeada por numerosos y silentes peligros.

Desde Baní hasta Barahona, la carretera Francisco del Rosario Sánchez, que conecta a todas las provincias del Sur, está bordeada por numerosos y silentes peligros.

Deslizamientos de tierra y pedregales, hoyos y ausencia de barras de seguridad en zonas elevadas y de alto riesgo se mantienen como amenazas cotidianas para quienes viajan por la vía.

El tramo de mayor altura de la sección El Número, en Azua, suele obstruirse con pocas horas de lluvia, porque el sistema de drenaje no tiene capacidad para dejar correr el lodo y las piedras que se desprenden de las montañas cercanas.

Por las complicaciones de este punto, cuando llueve el comerciante azuano José Antonio Encarnación ni siquiera intenta salir de su casa para trabajar. Teme que “un peñón” le caiga encima mientras se desplaza en su motocicleta.

“Me quedo en mi casa tranquilo, porque la carretera se pone muy peligrosa. Aquí mismo se arman tapones por las piedras que caen de esa loma”, dice Encarnación. En la cesta de su motor lleva los aguacates que suele vender en los pueblos cercanos.

Los aguaceros también se han encargado de levantar y romper el asfaltado en diferentes partes,  creando irregularidades que camiones, autobuses de pasajeros, carros y motocicletas difícilmente pueden identificar si andan a altas velocidades o en la oscuridad.

Robos. A 19 kilómetros de Azua, se pueden observar largas roturas de la carretera, que a esa altura no cuenta con  cunetas para el desagüe. 

“Cuando uno va corriendo puede perder el control en cualquier hoyo. La cosa se pone peor porque se roban las vallas de la orilla. Cualquiera se va por un barranco”, declara Miguel Peña, un  transportista de combustible que vive periódicos momentos de incertidumbre por estos caminos.

Peña es de los que piensan que las autoridades deben sancionar el hurto de las vallas, y reemplazar aquellas que se rompen o tuercen con el impacto de vehículos.

“Un accidente lo tiene cualquiera. Pero eso por lo menos te evita problemas mayores”, dice, desde uno de los asientos de un carguero de combustible, estacionado en la carretera de entrada a San Juan.

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