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Para bien comenzar (un proyecto de trabajo, una relación o un anhelo personal), debes dejar atrás lo que pertenece al pasado y darte la oportunidad de escribir una nueva historia en tu vida. 

Para bien comenzar (un proyecto de trabajo, una relación o un anhelo personal), debes dejar atrás lo que pertenece al pasado y darte la oportunidad de escribir una nueva historia en tu vida. 

Jhonatan soñaba con tener una novia rubia, de tez blanca y con los ojos verdes. Él, favorecido por la naturaleza con el color del chocolate, fantaseaba con esta idea y pedía a Dios una compañera exactamente con esas cualidades. Lo sorprendente (y este es un caso real) es que sucedió. El 25 junio de 2005, la providencia le concedió el regalo que con lujo de detalles había pedido.

Lo que “John” nunca pensó era que, tres años y medio más tarde, se desvanecería la relación de sus sueños, de la que tantas veces, con su particular chispa, presumía en público.

Se resistía a creerlo, pero el final era inminente. La mujer “de su vida” ya no quería seguir la relación. Fue duro, admite. Tanto, que le costó años recuperarse. Para hacerlo tuvo que reconocer que debía continuar y eso significaba, de una vez y por todas, dejar atrás esta historia.

Nadie dijo que sería fácil, pero esto que los expertos en psicología llaman la “transición” es vital para continuar y permitir que ese espacio vacío vuelva a llenarse, sin caer en una desilusión o peor aún, en una irreversible depresión: “A todos nos suceden cosas quizá nada agradables o que no estaban en nuestros planes: una enfermedad, un negocio frustrado, una relación que terminó, la traición de un amigo, una baja de ingresos (…) Pero si deseas salir adelante no puedes estar concentrándote solamente en estas situaciones que desde ya forman parte de tu pasado. Debes dejarlas de lado, liberarte de los ‘¿por qué a mí?’, de la mentalidad de víctima y cambiar de canal”, aconseja Christopher Barquero, periodista y personal Coach, en su columna para el Huffington Post.

 

Identifica las heridas

¿Qué necesito cerrar? Ponle nombre a los hechos que fueron negativos para que no vuelvas a cometerlos, y no dejes que los demás decidan por ti.

“Cuando se cierra una puerta, hay otra que se abre. Pero muchas veces nos quedamos mirando la puerta cerrada durante tanto tiempo que no vemos la que se abre delante de nosotros”. Alexander Graham Bell, científico.

Cambiar el canal, ¿cómo lograrlo?

Barquero propone concentrarse en lo que se debe hacer para dar lo mejor de sí mismo, lograr el cambio y emprender un nuevo camino: “Los pensamientos y las palabras definen nuestro futuro y nuestra realidad”, agrega.

Es exactamente lo que tuvo que hacer Jhonatan cuando se dio cuenta que, tras querer formalizar una relación, no podía. No se trataba entonces únicamente de pensar distinto. Antes bien, debía sanar para comenzar de nuevo. Y es que, para dejar el pasado en el lugar que le corresponde (atrás), hay que hacer las paces con él. Cuidado, porque no significa ignorarlo o pretender que nunca existió. El procedimiento adecuado lo explica la psicóloga mexicana Cristina Stecca de Alvizúa, en su libro Cerrando ciclos vitales: “Si nos negamos a mirar lo que dejamos a oscuras, nos condenaremos a caminar cada vez más ciegos. Reconocer los hechos, sin juzgarlos, nos abre la puertas a experiencias que nos aportan. Desde ahí, podemos sentir que los pesados nudos del resentimiento y la culpa, se deshacen”.

La autora propone una fórmula para poder desligarse de las relaciones o situaciones extintas, que llama la capitalización de la experiencia. “Nuestra historia está llena de hechos, eventos y personajes que no pueden ser cambiados pero sí reinterpretados de forma constructiva, sana, responsable y productiva. Esto es capitalizar la experiencia, lo cual hace posible que dejemos de rumiar, evitar o condenar lo vivido: es cerrar círculos”, resuelve Stecca, quien también es psicoterapeuta y tallerista sobre temas de crecimiento personal.

Completar los ciclos

Hay etapas que todos los seres humanos viven, que los especialistas llaman “etapas psicológicas de ciclo vital”, correspondientes al período de vida de cada persona según su edad y la evolución de su existencia, desde que nace hasta que muere. Durante este lapso, la edad física debe ir al compás de la edad mental. Eso explica por qué una persona no es capaz de cerrar su círculo: porque lo que le ha tocado vivir no lo ha hecho correctamente. Así lo afirma la psicóloga clínica Roxana González, atendiendo que hay casos de negación, en los que no se aceptan las situaciones que suceden, lo que provoca que la persona se quede en el pasado. También lo es la comodidad, los apegos emocionales (al trabajo, a una relación), y la costumbre.

González afirma que esto genera problemas de ansiedad, depresión, angustia, incluso de autoestima, ya que quien se niega a la sana evolución; produce un choque entre la edad cronológica y la edad mental. Y eso, afirma la psicóloga, duele.

Miedo a la transición

Por eso de que los comienzos son tan difíciles, los escritores (y los periodistas) sufren del síndrome del papel en blanco, una ansiedad que da el ver la cuartilla vacía. Una vez calmada la angustia redactando el primer párrafo, parece que se ha conquistado el temor. Pero aún queda el mayor de los retos: escribir el final.

Porque tanto como al empezar, hay un trauma probablemente más terrible para terminar. Ambas acciones son evidencias del cambio. A esto se refiere el escritor, orador y consultor institucional estadounidense, William Bridges: “La mayoría de las personas le dirían que el cambio es algo a lo que nos resistimos naturalmente. Si les pide una respuesta, dirán que como le temen tanto a lo desconocido, se aferran incluso a las situaciones incómodas, antes de aventurarse a ese territorio inexplorado”.

Sus apuntes, recogidos en el texto Cómo superar las situaciones más difíciles, mantiene que esto también puede ser fruto del egoísmo, al negarse a renunciar a lo que se tiene o, incluso, tiene que ver con terceros que, con una visión limitada, esconden las demás posibilidades que existen.

Pero no es al cambio a lo que el ser humano se resiste, entiende el autor. Es a la transición. La diferencia es ésta: “El cambio es una alteración situacional y la transición es el proceso de desprenderse de la forma como solían ser las cosas y luego adaptarse a la que adoptan después. La transición es la forma en que aceptamos el cambio. Sin ella sería (el cambio) vacío, mecánico, superficial.

Su respuesta ante esta situación de crisis que surge en el proceso de cambio, va de la mano con la que proponen los expertos antes citados: aprender del pasado, sin regresar a él: “Siempre que una realidad antigua desaparece, la respuesta no es negarse a hacer algo que había estado asociado a esa realidad, sino, más bien, explorar y descubrir cuál es la nueva”.

Ahora bien, nadie ha dicho que sea fácil enfrentar los procesos de cambio. La especialista Roxana González reconoce que hay que tener mucho valor, pues quienes lo viven pueden sufrir de ataques de pánico, problemas estomacales, un lado del cuerpo se le adormece, orinarse en la ropa y hasta incremento de los pálpitos del corazón. Precisamente por los síntomas físicos que también producen, se vuelve cuesta arriba enfrentarlos.

Cómo cerrar capítulos

Lo primero que se debe hacer para sanar es reconocer por sí mismos que no se está bien. En este caso es detectar cuál es la situación de apego en la que se encuentra y “aceptar que ya no está”, responde la psicóloga clínica Kaly Báez, experta en tratamientos de ansiedad y estrés. “Una vez aceptamos, nos damos la oportunidad de generar verdaderos cambios, reales y duraderos”, afirma.

Roxana González a su vez, propone analizar la situación pero fijarse un tiempo lí­mite para buscar la solución: “nadie puede lanzarse al vacío sin un plan, aunque no resulte. Una vez sabes lo que tienes que hacer, debes actuar, sin mirar atrás. Para eso tienes que amarte, ser un(a) luchador(a)”.

Cristina Stecca, de su lado, plantea que hay que aprender a reconocer que todo es cíclico: “Si asumimos que un ciclo es una secuencia de conductas y pautas que conllevan un inicio, un desarrollo y un final, pensaremos que todo en la naturaleza es cíclico: las estaciones climáticas, la flora, los animales, las relaciones interpersonales, la paz, la guerra…”, en palabras llanas, que nada es eterno.

La experta entiende que cerrar un ciclo significa evaluar, reconocer la influencia del pasado, identificar los patrones y las tendencias que no sirvieron, rescatar los que sí funcionó. “No se trata de sentir lástima, ni de justificar o tergiversar los hechos. Ni de culparnos o buscar culpables; de resignarse o seguir como si nada hubiera sucedido. Es todo lo contrario: se trata de mirarnos con amor y dignidad”, concluye Stecca.

Procure no ir por las ramas cuando decida ponerle fin a ese capítulo de la vida. Por más angustiante, doloroso o triste que haya sido, afirma el coach Christopher Barquero. Si no, será como ponerle una curita a una herida para taparla y hacerse de cuenta que no existe. Pero sigue estando allí y quizá empeore. Lo correcto es desinfectar, suturar y dejarla que respire. Con el tiempo, sólo quedará la cicatriz.

“En vez de concentrarse en lo que pasó y lo que no ha pasado, agradezca las experiencias que la vida le ha concedido y avance en positivo, recuerde que el amor y la fe, mueven montañas”, es el consejo de  Barquero.

El final de la historia de Jhonatan es que cumple tres años de casado el próximo mes de mayo y tiene un hermoso bebé de un mes de nacido. Pudo darse cuenta a tiempo que el peor fracaso era no reconocer que hubo un final. Insistir en ello era esperar frutos de un árbol caído y negarse a la posibilidad de sembrar otra semilla. Que, en efecto, produjo frutos mucho mejores de los esperados y de los que una vez quiso. “Poder decir adiós, es crecer”, mejor no lo pudo decir el cantautor argentino Gustavo Cerati. 

“Quien se niega a la sana evolución produce un choque entre la edad cronológica y la edad mental. Y eso, duele”. Roxana González, psicóloga clínica

“…Como le temen tanto a lo desconocido, se aferran incluso a las situaciones incómodas, antes de aventurarse a ese territorio inexplorado”. William Bridges, pensador y orador.

No pierdas el tiempo ni en llorar el pasado ni en llorar el porvenir. Vive tus horas, tus minutos. Las alegrías son como flores que la lluvia mancha y el viento deshoja. Edmond Gouncourt, escritor, crítico literario y de arte francés.

Caminar hacia adelante

“Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. En realidad, la vida es una calle de sentido único”. Agatha Christie, escritora inglesa.

“Si estás atento al presente, el pasado no te distraerá, entonces serás siempre nuevo”. Facundo Cabral, cantautor argentino.

“El pasado te servirá como trampolín, nunca como sofá”. Harold MacMillan (Supermac), ex Primer Ministro de Reino Unido.

“Aprende del pasado, pero no lo extrañes tanto como para regresar”. Martín Valverde, cantautor costarricense.

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