Al presidente electo, Danilo Medina, le va a caer el 2015 en el ejercicio del poder, que es cuando se vence el plazo en que debían lograrse los Objetivos de Desarrollo del Milenio, acordado por el concierto de las Naciones Unidas.
Entre los diez primeros y grandes objetivos, está erradicar la pobreza extrema y el hambre, una cuestión primaria en la que hemos debido alcanzar magníficas notas después de diez años de crecimiento de la economía.
De acuerdo con informaciones a mano, un 42.2% de la población dominicana vive en la pobreza, y el 8% en la pobreza extrema. Una mirada retrospectiva nos sugiere que durante estos años de crecimiento poco se ha avanzado, aunque cualquier disminución de los niveles de pobreza signifique algo.
Pero es dramático admitir que entre esos pobres o muy pobres, un 10.2 por ciento padece de hambre crónica, es decir, que sufren cada día por no ingerir los alimentos o las calorías necesarias para sobrevivir. Ese dato sugiere que compartimos los peores lugares en la región, con naciones tan convulsionadas socialmente como nuestros vecinos haitianos, Bolivia y Guatemala.
La mayor parte de los pobres increíblemente vive en las zonas “urbanas”, en zonas marginadas, predominantemente en condiciones de insalubridad, por inadecuados sistemas de drenaje, precarios o inexistentes servicios de agua potable, débil o ninguna atención en salud y desempleo.
Con ese panorama insostenible, ha sido necesario crear programas como Solidaridad, con todos sus componentes, para mitigar la pobreza y el hambre. Ante tanta pobreza, ha sido necesario el Seguro Nacional de Salud (Senasa), que subsidia la asistencia a 2.5 millones de dominicanos.
Todo eso tiene que cambiar. El gasto público requiere una reorientación radical, después de una década de grandes inversiones en obras de infraestructura. Es vital revertir las tendencias de estas cifras tétricas, de modo que podamos avanzar hacia los Objetivos del Milenio antes de que sea demasiado tarde.
El nuevo gobierno debe tomarse en serio el sentido de la equidad social, apoyar la producción de bienes y servicios que nos liberen de estas lacras sociales.
