Las unidades o laboratorios del sueño han permitido conocer y estudiar lo que pasa en el corazón durante la apnea obstructiva del sueño. El corazón es sometido a una sobrecarga de trabajo, porque además de luchar para respirar, el músculo cardíaco está escaso de oxígeno debido a la apnea, lo que afecta su funcionamiento. Las pulsaciones disminuyen, bajando a límites críticos, y hasta al paro cardíaco. Como un carro escaso de combustible el corazón comienza a “cancanear”, se acelera, el ritmo puede hacerse irregular (arritmia).
El estrés cardiovascular durante la apnea dispara la presión arterial, a veces a límites alarmantes (hasta 380 mmHg). Esta situación, repetida noche tras noche, puede provocar daño orgánico al corazón y al cerebro, y a la larga puede afectar la memoria.
El profesor Dement está convencido de que la apnea del sueño juega un rol importante en la causa de la alta presión, las enfermedades cardíacas y el ataque cerebral. Si la persona tiene previo problema cardiovascular tiene mayor riesgo de una complicación severa durante el sueño.
Los informes médicos indican que el tratamiento de la apnea del sueño mejora notablemente a los pacientes con disfunción cardíaca refractaria y responden mejor al tratamiento de la alta presión. Por eso, recomendamos indagar la presencia de la apnea del sueño en los pacientes resistentes al tratamiento de la alta presión y de la insuficiencia cardíaca.
