La crisis del caos, en el tránsito

La Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) fue creada por el  Decreto 393-97. ¿Razones?: “con el fin de regular todo lo relativo a la demanda y oferta del transporte público de pasajeros en todo el territorio nacional, con el fin de reducir&#823

La Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) fue creada por el  Decreto 393-97. ¿Razones?: “con el fin de regular todo lo relativo a la demanda y oferta del transporte público de pasajeros en todo el territorio nacional, con el fin de reducir su costo social, económico y ecológico”. En los elementos justificativos se señala: “CONSIDERANDO: Que el problema fundamental del transporte urbano en la ciudad de Santo Domingo radica en la ausencia de una política integral, coherente y continua que tienda al desarrollo de todo el sistema.

CONSIDERANDO: Que existen leyes y decretos sobre Transporte, que han creado organismos con jurisdicciones similares o paralelas, y hasta cierto punto superpuestas; y que es fundamental integrar los esfuerzos de esos organismos para desarrollar y fortalecer el transporte urbano”… A 17 años, hoy funciona como un organismo con más interés represivo y de palanca para hacer cumplir disposiciones que significan impuestos,  que de institución organizadora del transporte. AMET le queda pequeña en operatividad, percepción  y objeto, al creciente caos en el transporte, que raya en lo olímpico. Los agentes de AMET concentrados en esquinas, le caen encima al conductor en grupo, como los pavos, ahora con una hermosa exhibición de motocicletas en su verde característico.

Los nudos mayores se descuidan de la necesaria fluidez, en busca de la “cosecha” de multas del día, persiguiendo conductores con celulares y cinturones de seguridad sin poner, como si fueran estas las violaciones mayores y de peores consecuencias. Concentrados en verificar la renovación de  “placas” y   comprobar marbetes de la antipática  “revista”, anacrónico concepto de inspección impráctico e incómodo, de frecuencia anual y descrédito permanente, que irrita a los obligados, ante chatarras que transitan con la impunidad que les da un letrero de un “sindicato” choferil o la simple abulia de los que deben remediar este mal endémico. Los horarios de trabajo de los AMET’s no coinciden con  fines de semana ni con horas que trasciendan la presencia del sol.

El cierre del puente Presidente Troncoso, sobre el río Haina, obliga a los conductores  del sur,  a tomar la 27 de Febrero. El caos que se forma en el trecho Ave. Luperón-Isabel Aguiar, ocasiona un nudo vehicular de gigantescas proporciones, potenciado por la agresividad propia del “chofer” criollo, perturbando el desenvolvimiento y fluidez del tránsito. Si preguntas por un “amé” te contestarán: Ni “pa’remedio”.

El simple anuncio, debió alertar a esa entidad, reencarnación del célebre Departamento de Tránsito de la PN. Hay que rediseñar a la AMET y adecuarla a los tiempos nuevos, añorando cuando lo dirigió un civil, Hamlet Herman, dotándolo de la energía propia del gerente práctico, con la cultura criolla como “manteca”. Hoy, con  mística de trabajo y rumbo extraviados en los vericuetos de nuestras calles.l

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