Demandas sociales y orden público

Vecinos de Yaguate, San Cristóbal, decidieron, sin más ni más, interrumpir el tránsito en la carretera Sánchez, una de las tres principales carreteras del país. Esta es una más de las protestas que se escenifican en reclamo de obras de…

Vecinos de Yaguate, San Cristóbal, decidieron, sin más ni más, interrumpir el tránsito en la carretera Sánchez, una de las tres principales carreteras del país.
Esta es una más de las protestas que se escenifican en reclamo de obras de infraestructura, servicios o simplemente comunitarias. Es también otra acción que incluye la obstrucción de una carretera troncal. En este mismo mes lo hemos visto en la carretera Duarte. Digamos que este tipo de manifestación con lanzamiento de obstáculos, troncos, gomas quemadas y piedras es una tendencia del movimiento social.

Hay cientos de demandas insatisfechas, quizás miles. La lista es interminable. Y motivos no faltan para reclamar. Diferentes localidades, ciudades pequeñas e intermedias se sienten frustradas ante las promesas incumplidas, sistemáticamente. Cada vez que ciertos funcionarios comprometen su palabra, la gente piensa que se están burlando de ellos. Porque lo hacen una y otra vez sin resultados.

En realidad, las necesidades urbanas, como asfaltado de calles, construcción de aceras y contenes, drenajes, acueductos, todo lo que tiene que ver con la forma de vida de muchos pueblos, están en el olvido. Ya los funcionarios ni siquiera dan excusas. Hay otras prioridades o faltan los recursos, eso se sabe.

Recientemente, funcionarios del gobierno anunciaron sus prioridades para los próximos dos años, que se centran en algunas obras mayores, y en las principales ciudades del país. Las comunidades medianas y pequeñas no aparecen claramente identificadas en esos planes.

Aunque se privilegian ciudades importantes y determinadas zonas geográficas, es necesario señalar que las comunidades pequeñas en el olvido no deben recurrir a protestas excesivas que alteren el desempeño de la comunicación terrestre y la vida de otros pueblos y regiones.

Eso es peligroso y así lo hemos advertido. El gobierno parece no darse cuenta, por un lado, del abandono de los pueblos, y por el otro, de los riesgos que implican las obstrucciones ya sistemáticas de las carreteras.

Las autoridades tienen que prestar atención. Por un lado a los reclamos, por el otro, al método de lucha, totalmente al margen de la ley y el orden público.

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