Descubren indicios de celos en los perros

LOS ANGELES (AP) — Cuando Maggie, una perra pastor de las islas Shetland, vuelve a casa de la peluquería, sus dueños la elogian, acarician su pelaje lustroso, para fastidio del pit bull Stormy, que la golpea con la cabeza hasta que cesan los mimos.

LOS ANGELES (AP) — Cuando Maggie, una perra pastor de las islas Shetland, vuelve a casa de la peluquería, sus dueños la elogian, acarician su pelaje lustroso, para fastidio del pit bull Stormy, que la golpea con la cabeza hasta que cesan los mimos.

«Stormy es celoso», dijo su dueña, Amy Putnam, que vive al este de Los Angeles. «Así como a los hijos hay que tratarlos a todos por igual, lo mismo sucede con los perros. Se llevan bien y siguen la corriente hasta que uno piensa que lo están desdeñando».

Después de escuchar anécdotas como ésta, una profesora de psicología decidió estudiar si los celos, una emoción humana, también se dan en los perros. El estudio de nueve meses publicado en la edición de julio de la revista científica PLOS ONE insinúa que es posible, pero otros especialistas no están tan seguros de que la conducta de Stormy se pueda calificar de celosa.

«Si bien no diré que los perros no experimentan celos, este artículo no demuestra que sí los experimentan», dijo la doctora Bonnie Beaver, directora ejecutiva del Colegio Estadounidense de Veterinarios Conductistas y profesora en la facultad de veterinaria de Texas A&M.

Beaver también asegura que los perros no sienten vergüenza. A pesar de lo que piensa la gente, la mirada culpable, con la cabeza gacha, las orejas caídas, los ojos semicerrados, es una reacción al ver cómo el dueño sufre un berrinche al encontrar sus zapatos mordidos.

Sin embargo, Christine Harris, profesora de psicología en la Universidad de California, San Diego, sostiene que su estudio sustenta la teoría de que existe una forma básica de celos.

Harris y un alumno trabajaron con 36 perros, los filmaron mientras sus dueños les volvían la espalda y mimaban a perros de peluche o manipulaban juguetes de plástico. Luego, observadores independientes estudiaron los videos en busca de conductas agresivas o tendientes a llamar la atención.

Cuando la gente jugaba con los animales de peluche, sus perros los empujaban o tocaban en el 78% de los casos; trataban de interponerse entre el dueño y el juguete en el 30% e intentaban morder al perro de peluche en el 25% de las ocasiones, dijo Harris.

Esa conducta disminuyó en el caso de los juguetes de plástico: empujones en el 45% de los casos, interposición en el 15% y mordidas en el 1%.

Harris cree que los perros ven a los animales de peluche como rivales.

«Cuando ven a un ser querido demostrarle afecto a lo que parece ser real, caen en conductas tendientes a atraer el afecto hacia ellos», dijo Harris. «Así actúan los seres humanos».

Beaver dijo que el estudio «hace pensar en lo que podría estar sintiendo el animal», pero no está segura de llamarlo celos. Un perro podría sentir interés al ver que su dueño interactúa con otro «ser social».

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