La Navidad es paz y ésta es buen diálogo. Para mejor entendernos, un autor sueco edifica sobre él: “Hablamos y discutimos; comentamos y conversamos; charlamos y parloteamos; dictamos conferencias; mendigamos; nos quejamos; predicamos; pero pocas veces dialogamos.
El buen diálogo constituye un intercambio libre de pensamientos que puede dar origen a algo nuevo y respeta las diferencias entre los puntos de vista. No persigue necesariamente una síntesis, menos aun un consenso.
El afán subliminal por alcanzar una armonización, está lejos de la honestidad intelectual y del respeto por los valores diversos que exige el diálogo.
El buen diálogo presupone confianza. Para quien disfruta del neurótico exceso de volumen, el buen diálogo es algo desconocido”.