Las lágrimas de Félix Sánchez al compás del Himno Nacional, entonado en el momento supremo de la condecoración olímpica, han sido las más emocionantes, contagiosas y alabadas. Qué éxtasis para República Dominicana llorar junto a él ese increíble segundo oro la tarde del pasado lunes. Presenciar la reverente identificación del público presente en Londres con el conmovedor triunfo de ese excepcional atleta, fue una escena de fantasía. La del Súper Sánchez es una impresionante historia de grandeza de espíritu y perseverancia que se consagró, para estar aun más estupefactos, el mismo día que Luguelin Santos, rebosante de juventud velocista plano, mayormente desconocido, se estrenó triunfante en las olimpíadas. ¡Gracias a ambos por su ejemplo!

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