Todas las mujeres con una vida sexual activa deben realizarse la prueba del Papanicolaou cada año, un examen que puede detectar la presencia de células anormales o de cáncer en el cuello uterino.
La mayoría de mujeres evitan por todos los medios ir al ginecólogo y le huyen a realizarse el Papanicolaou porque les aterra que el médico les diga que tienen una enfermedad incurable. En general, es que no están conscientes del riego al que se enfrentan y de lo útil que puede ser esta pequeña prueba para la prevención de una enfermedad mortal como lo es el cáncer cervical.
De acuerdo con Milcíades Alber Fiorinelli, gineco-obstetra del Instituto de Cirugía Especializada, la prueba se basa en un procedimiento muy sencillo que permite diagnosticar varios procesos que pueden estar ocurriendo en el cuello del útero, además del cáncer, como son algunas infecciones vaginales comunes (hongos, parásitos, algunas bacterias), la infección por el virus del Papiloma Humano (HPV, que con el tiempo puede desarrollar el cáncer) y el propio cáncer de cuello, en estadios muy tempranos. El Papanicolau también puede detectar infecciones virales de la cervix, tales como verrugas genitales (condilomas) infecciones por levadura o tricomonas.
Algunas veces esta prueba puede proporcionar información acerca de las hormonas, especialmente sobre la progesterona y el estrógeno. El experto dice que las mujeres deben comenzar a realizarse este procedimiento cuando inician sus relaciones sexuales, y que a pesar de ser un estudio muy común y que puede salvarles la vida, pocas lo conocen en profundidad.
“Este procedimiento permite hacer un diagnóstico de lesiones que aún no son cáncer, o lo son, pero en su etapa inicial. El cáncer de cuello tiene como característica que transcurre mucho tiempo ( incluso años) entre la lesión que puede llegar a ser maligna y el momento en que se transforma en maligna y presenta síntomas”, comenta.
Explica que si una mujer se realiza un Papanicolaou anual desde el inicio de sus relaciones sexuales, tiene casi la garantía total de un diagnóstico muy temprano, que permitirá una terapéutica definitiva con tratamientos muy poco agresivos, tanto que, mujeres jóvenes que han tenido un cáncer de cuello que fue diagnosticado precozmente y tratado, después pudieron tener hijos sin inconvenientes.
La prueba no es dolorosa. Se recomienda estar relajada y, sobre todo, eliminar los nervios. Para obtener la muestra se utiliza un aparato médico llamado espéculo, que se coloca dentro de la vagina, para así poder tomar una muestra de células que luego se extiende en una lámina de vidrio y que se manda al laboratorio para ser analizada. Debe realizarse cada año si los resultados son normales. Si se presenta alguna anomalía, el médico indicará cuándo debe volver a hacérselo.
No te confíes
Una prueba normal de Papanicolau no significa que “no hay posibilidad de cáncer”. Significa que hay una posibilidad muy pequeña de que las células estén alteradas.
Debido a que la prueba de Papanicolau no es perfecta y a veces puede no observarse algunas irregularidades, incluyendo el cáncer, debería hacerse la prueba de manera regular para disminuir las posibilidades de no detectar el cáncer cervical o una displasia.
Si notas síntomas vaginales fuera de lo común, como sangrado entre menstruaciones o dolor durante la relación sexual, lo ideal es visitar al ginecólogo, aunque su última prueba de Papanicolau haya sido normal. Repetir la prueba de Papanicolau regularmente puede ayudar a encontrar células anormales que no se hayan detectado antes.
El uso de un nuevo tipo de prueba de Papanicolau, en la cual las células se colocan en una botella con líquido, en lugar de una laminilla de vidrio, puede disminuir el número de falsos negativos. La prueba de Papanicolau que usa líquido da menos resultados negativos que la prueba antigua porque el líquido lava cualquier flujo y hace que las células anormales sean más fáciles de ver.
