Uno de los ejemplos que más utilizó el expresidente Leonel Fernández para justificar el supuesto desarrollo y bienestar alcanzados durante sus diferentes períodos de gobierno fueron los elevados y túneles construidos en distintos puntos de la ciudad para facilitar la circulación de vehículos. Sin embargo, las obras que buscaban legitimar el sueño de “Nueva York chiquito”, que con tanta vehemencia defendió el exmandatario, no sólo imprimieron un aire de modernidad a la ciudad, sino que vinieron a reflejar el crecimiento de la indigencia y la desigualdad social con el surgimiento de cuadros de miseria debajo de las gigantescas estructuras de hormigón.
Carentes de trabajo y oportunidades, hombres y mujeres con la piel curtida por el sol, el cabello sucio y las vestiduras raídas, sobreviven en la parte inferior de los pasos a desnivel en precarias moradas en franco desafío al peligro.
Decenas de casuchas hechas de cartón, fundas plásticas y trapos viejos se levantan a lo largo de las avenidas John F. Kennedy y 27 de Febrero, en pleno corazón del nuevo centro metropolitano y en puntos como las avenidas Máximo Gómez y la Gregorio Luperón.
Es posible que una errática y débil política contra la pobreza aplicada en estos últimos años haya dado pie al surgimiento de estos contrastes que causan impotencia e indignación. Otro factor que se agrega a esta situación es el hecho de que muchos de esos indigentes son adictos a sustancias prohibidas que terminaron perdiéndolo todo en términos económicos y una buena parte en términos de capacidad mental. Ninguna autoridad, ni del Gobierno ni de la municipalidad asume la responsabilidad de sacar a esas personas de la parte baja de los elevados y reubicarlos en albergues u otros lugares.
Danilo Medina ha intentado marcar distancia de su predecesor diciendo que no quiere que en su gobierno haya “gente viviendo en jaula de oro con el estómago vacío” y que priorizará en las condiciones de existencia del pueblo, antes que en obras de infraestructura.
Ojalá esto sea cierto y el Plan Social de la Presidencia y las instituciones que surgieron con la finalidad de asistir a personas en condiciones extremas de pobreza presten atención a estos dominicanos dejados de la mano de Dios.
Mientras tanto, seguimos elevándonos entre la miseria y la marginalidad.
