Todos los padres somos felices si nuestros hijos lo son. Ser testigo de la hija que ríe, sueña y se deleita en su aniversario número 15 es uno de los más grandes placeres de los padres, aunque este “escribidor” no secuente en ese grupo. El cumpleaños de la hija del ministro de Turismo, el dirigente peledeísta Francisco Javier García no escapa a la magia del ensueño de poder ver feliz a la niña que ha llegado a la etapa de los sueños. Sueños que la envidia y el subdesarrollo no deben apagar ni convertir en trauma.
Es que durante los festejos aniversarios no se ofenden símbolos patrios ni se mancilla la solemnidad palaciega por el hecho de que en uno de sus salones, precisamente el que está diseñado para fiestas como el de Las Cariástides, una niña haya sido anfitriona de sus amiguitos y compañeritos de infancia que apuntan a la adolescencia. No se relaja la bandera ni se ofende el pudor del despacho del jefe del Estado y solo se produjo una actividad para la hija de alguien que es parte de un gobierno, de un gobierno que ostenta el poder en este momento y que no ha incurrido en violaciones ni en abuso del poder al abrir las puertas del salón de los festejos de Palacio a una niña para que celebre sus 15 años.
Es una ridiculez también hacer la bulla mediática de algunos, dizque en solidaridad con Francisco Javier García, en lugar de dejar que se apague la candelita de quienes han pretendido “pescar en río revuelto” haciendo de una simple lloviznita una tormenta en un vasito de agua que a la postre pasará como pasan los chismes y las diatribas sociales que algunos le ponen tinte politiquero… Quienes han manejado el tema para buscar “periquitos” y “desquitarse” del otrora jefe de campaña del hoy presidente electo Danilo Medina, en el fondo hacen una gran ridiculez que choca contra el muro de la realidad y demuestran que sus argumentos no caben en el campo de los fundamentos y la razón.
