L as cuantiosas llamadas y mensajes recibidos luego de la primera partede esta columna me obligan volver con el tema. Es cierto, yo conozco mucho sobre el tema, aunque no tanto como ciertos turpenes que ahora se muestran como inocentes angelitos y sin embargo toda su vida se las han pasado divirtiéndose y hasta compartiendo en cherchas y bebentinas con un “ilustre” de la alta sociedad que su modus vivendi ha sido siempre el de espiar y vender informaciones al mejor postor.
He sido testigo, indistintamente, de momentos de celebraciones con entonces amigos, hoy simples ex, que son ejecutivos de medios y que rendían pleistesía a quien ellos mismos consideran el zar de las escuchas telefónicas en el país.
Ahora se sorprenden, muestran un raro estupor como si ellos mismos no fueran parte de ese engranaje sofisticado, pero no tan secreto desde donde se han espiado a gobernantes, funcionarios, empresarios y artistas muchas veces con el insólito propósito de divertir el morbo y difundir rumores que como bola de nieve, una vez cuesta abajo, no hay forma de detenerlos.
A ese tipo de espía, entre muchos hipócritas y farsantes, se les moteja como uncodiciado aliado y amigo, ilustre profesional de las comunicaciones y hasta como excelente mediador entre turpenes de similares estirpes.
Mis fuentes
Como comunicador, que inicié mis labores de reportero provinciano a los 17 años, y ya tengo 57 abriles cumplidos, he visto de todo. He tenido acceso a informaciones privilegiadas y he conocido de situaciones de primer grado en la escala suprema del Estado, desde distintas instancias y por diversas vías, siendo cuadro de la izquierda y luego empleado y profesional del periodismo absorbido por el sistema cuyas redes de seguridad son frágiles como cristal y permeable como esponja…estas reflexiones son para responder algunas de las ideas que me han hecho llegar ciertas personas interesadas en el tema en cuestión.
