Los certámenes deportivos de calendario en el país han tenido muchos altibajos. Excepto el béisbol otoño-invernal dominicano, todo lo demás ha pasado por tres vías: ha desaparecido en el camino; ha bajado en su aceptación o presentan síntomas de una inminente extinción.
Lo ideal es la sostenibilidad de tal o cual evento y para eso debiera existir un buen sistema, algo de lo que adolece el deporte rentado en la nación dominicana.
Los campeonatos de automovilismo y motociclismo perdieron su brillo de los años 80 y 90. Afortunadamente retomaron el camino en los últimos años.
La Liga Dominicana de Atletismo murió en su intento; algo que hubiera ayudado significativamente a este deporte en el país; su regreso luce incierto.
La Liga Dominicana de Voleibol fue un laboratorio de un par de años, pero sin la fuerza suficiente para alcanzar tan siquiera un lustro.
La Liga Molinete Dominicana celebró dos o tres campeonatos, incluso con refuerzos. El proyecto también sucumbió.
El torneo superior de voleibol distrital fracasó y está en el olvido. Ni siquiera interesa a la Asociación; el torneo de baloncesto distrital perdió la hegemonía que alcanzó en los años 80-90.
La Liga Nacional de Baloncesto, es mi deseo que permanezca, pero si fallamos en lo sistemático, entonces la sostenibilidad comenzará a tambalearse y como tal, podría desaparecer. Ojalá que no.
