¡Eso debe cambiar!

En tiempos difíciles, el gobierno ha logrado reducir dramáticamente sus gastos en el trimestre enero-marzo, más allá de lo que se había propuesto.

En tiempos difíciles, el gobierno ha logrado reducir dramáticamente sus gastos en el trimestre enero-marzo, más allá de lo que se había propuesto. No sabemos si celebrar tan férrea disciplina o deplorar su impacto en el desempeño de la economía.

Pero es que de los RD$16,440.4 millones que el gobierno había planeado gastar por encima de sus ingresos, se limitó a ejecutar hasta RD$2,568.6 millones, una proeza que se convierte en lamento de algunos de los empresarios que reclamaron al gobierno disciplina radical en el gasto, haciéndole coro a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Con una reducción de esa dimensión, eran previsibles las quejas de industriales y comerciantes sobre el impacto negativo en las ventas. El criterio más extendido ha sido que la causa de la caída del consumo fue la reforma fiscal. Sin embargo, ahora parece evidente que la causa fundamental fue la reducción del gasto, según había adelantado nuestro colaborador Andy Dauhajre.

Con razón, la gente sencilla también se queja de esta situación. ¿Es sostenible? Dudamos que la economía dominicana pueda mantener un nivel tan restrictivo. El papel del gobierno seguirá siendo importante como motor económico, lo que no es único de República Dominicana. Por su dimensión y por su capacidad de inversión y consumo, influye sobre todo el sistema económico. Reducir su iniciativa a estos términos es condenar a los dominicanos a un grado de sacrificio muy alto, lo que podría tornarse peligroso.

¿Cómo es posible que el gobierno se imponga una camisa de fuerza tan rígida? Que de RD$122,209.3 millones que tenía previsto desembolsar en el trimestre pasado sólo dispusiera de RD$104 mil 461.5 millones, de los cuales RD$88,651.5 correspondieron a gastos y RD$15,810 a amortización de deudas.

Celebramos esa propensión a la austeridad. Hacía falta en el manejo del erario, pero no tanto. Deploramos las pérdidas de  oportunidades que sufren las fuerzas productivas,  la disminución del consumo  entre los más pequeños y por extensión, el inevitable desempeño anémico de  la economía. ¡Eso debe cambiar!

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