Es obvio que toda labor es un autorretrato de su ejecutor, de ahí la importancia de estampar en todas nuestras obras rasgos de excelencia. La Biblia dice: “Daniel sobresalía entre los funcionarios y sátrapas porque había en él un espíritu extraordinario”. Daniel 6:3.
Y como nadie da lo que no tiene, Daniel, un joven ordinario, decidió darle un espacio extraordinario a Dios en su vida y Dios le dió espacio en sus planes, lo dotó de su Espíritu, lo puso en alto ante los más prominentes y le hizo temible ante los más crueles.
Demostrando que, “no es con ejército ni fuerza, más con su Santo Espíritu”. ¡Dios no quiere grandes hombres, busca hombres que demuestren en su vida lo grande que es Dios!
