La decencia y el respeto personal hacia los demás, aún sean sus adversarios, son atributos que nadie cuestiona a Leonel Fernández. Tampoco, a mi siempre y gran amigo Alfredo Pacheco, cuyas cualidades humanas y bonhomía reconocen todos en la populosa barriada de Cristo Rey, de donde no ha movido su residencia ni siquiera al ocupar posiciones cimeras en el Estado dominicano, como la Presidencia de la Cámara de Diputados. Pacheco es un hombre pacífico y prudente, que nunca ha atropellado a nadie, mucho menos por diferencias partidarias.
Por eso irrita que en un exceso innecesario, se le haya vejado y atropellado como ha denunciado, al calor de la presente campaña proselitista en ruta a las elecciones de mayo. Quienes conocemos y hemos tratado a Pacheco sabemos que no merece ese tratamiento, siendo –como lo es- una figura pública que ejerce la política respetando siempre a sus rivales, a quienes combate en buena lid, con las armas de acciones y planteamientos civilistas. El Pachi no se merece eso. ¡Así no, así no…!
Bájenle algo
El fervor de la campaña fanatiza tanto en ocasiones que confirma el dicho aquel de que “no hay peor ciego que el que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere oír”. Mi reflexión viene a cuento tras leer ayer en una crónica dando cuenta de la próxima visita a Nueva York de los dos principales candidatos presidenciales que alguien casi anónimo dijo, y lo cito: “La cosa está muy mal en República Dominicana. Se muere de hambre la gente si no enviamos remesas”.
Y eso no es así, aunque las remesas en verdad son importantes para la economía dominicana. No nos dejemos cegar por el fanatismo y la pasión. Bájenle algo, bájenle algo…
Toquecitos
En la onda de lo que escribí sobre la captación de adhesiones en que están inmersos los candidatos, debo citar que ocho miembros de la familia de José Francisco Peña Gómez, incluyendo tres hijas, y Julio Serulle, hijo del síndico de Santiago, anunciaron su respaldo a Danilo Medina. Faltan 62 días para las elecciones. ¡Hummm…!
