Festival de Atabales de Sainaguá: pasión, ritmo y tradición

San Cristóbal. El disc-jockey probando el sonido y la vendedora de dulces danzando, poco le importaba que sus arepas y coconetes lucían intactos sobre una mesa lejos de la vista de los clientes, mientras la banda de música municipal…

San Cristóbal. El disc-jockey probando el sonido y la vendedora de dulces danzando, poco le importaba que sus arepas y coconetes lucían intactos sobre una mesa lejos de la vista de los clientes, mientras la banda de música municipal y el batón ballet desfilaban hacia el escenario principal para inaugurar la 24ava versión del Festival Nacional de Atabales en Sainaguá, una actividad que promueve las salves, el canto, el baile y la música de palos como elementos folclóricos autóctonos.

Al llegar a la tarima para ofrecer las palabras de bienvenida, el presidente de la Fundación Sol Naciente, Luis Brito, advirtió: “Producto de las precariedades económicas que atraviesa el país nos vimos obligados a reducir el evento a dos días y con menos participación de palos”.

Así daba inicio a dos días de fiestas, sábado y domingo, mientras algunas personas se acercan a la tarima y otras se disgregaban por el club comunitario “Sol Naciente”, lugar donde por años se ha llevado a cabo este festival. Las primeras vibras de los atabales inician al morir la tarde, y entre la muchedumbre colorida resalta el toque animador de una güira masoquista, en sincronía con el sonido de panderos y tambores vigorosos.

Durante la presentación en tarima del grupo “La Promesa” de Madre Vieja, a quien ha sido dedicado el Festival, tres hombres cargan ron y cervezas para abastecerse, porque la noche será larga con otras agrupaciones como “La India Debajo del Agua” y “Los Paleritos”, grupos infantiles de danza y atabales procedentes de la comunidad Los Amaceyes, de Nigua, que participaron el primer día.

Poco a poco la noche toma su curso y el Festival, que inició tímidamente, se reanima recibiendo visitantes comunitarios de diferentes puntos del país, al igual que algunos turistas, fascinados por el baile de niños, adolescentes y adultos que realizan pasos de lujos mientras un joven con un turbante rojo bautiza jactancioso a los presentes con el humo que desprende su pachuché.

Sucesivamente continúan las presentaciones artísticas y con en ellas va subiendo la alegría y la pasión de un ritmo que aunque se pretenda minimizar en los medios y no reciba el debido apoyo, el pueblo dominicano lo lleva en la sangre como “el negro detrás de la oreja”.

Demanda que Cultura se solidarice

Este año, el Festival de Atabales de Sai- naguá, realizado desde sus inicios por la Fundación Sol Naciente (Fusona), en San Cristóbal, celebró su aniversario 24, dedicado al grupo “La Promesa” de Madre Vieja. El ritmo melódico tocado en el Festival es un rito que honra la cultura musical de esclavos africanos que cantaban y bailaban en protesta por el anhelo a la libertad. Lo organiza “Sol Naciente”, un club recreativo, deportivo y cultural, que a partir de 1975 trabaja con este Festival que ha obtenido varios reconocimientos, entre éstos, en 2007 fue declarado patrimonio cultural del pueblo dominicano a través del Senado de la República.

Según Nelson Rivera, coordinador de promoción y difusión del Festival, en 2013 el Ministerio de Cultura prometió suministrarle RD$350,000 y este año RD$500,000 adicionales, por concepto de un concurso de “Promoción y Difusión de la Música de Atabales” que ganó la “Fundación Sol Naciente”. Los recursos serían utilizados para desarrollar el Festival, pero no recibieron dinero de ninguna de las partidas.

Rivera dice que ha sido un reto para todo el equipo realizar el evento, por la falta de dinero, pero que pese a que el Ministerio de Cultura le aconsejó la cancelación del evento se mantuvieron de pie gracias a las colaboraciones de instituciones y empresas amigas que se han unido a su causa. “No deseo atacar al gobierno, pero las comunidades rurales representadas por el hombre de campo y la cultura popular merecen ser tomadas en cuenta al igual que la Feria del Libro de Baní, el Carnaval o La Bienal”, comenta Rivera en reclamo de que Cultura pague las deudas pendientes.

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