Gómez Pepín

En un cristal, detrás de su escritorio de subdirector de El Nacional, colgaba esta frase: “El periodista rutinario podrá estar cómodo. Pero su comodidad es la de una piedra”.

Gómez Pepín

Las personas somos valoradas desde diferentes dimensiones, sometidas a las percepciones de los demás. En el caso de quienes ejercen el oficio de comunicar o de escribir, se puede tener una idea y hasta una comprensión más acabada del ser por lo…

En un cristal, detrás de su escritorio de subdirector de El Nacional, colgaba esta frase: “El periodista rutinario podrá estar cómodo. Pero su comodidad es la de una piedra”.Era la primera bofetada contra la rutina del “dijo y agregó” con que uno se topaba cada día al entrar en ese laboratorio de imaginación periodística, cuyo ocupante, cuando la redacción hervía a las 7:30 de la mañana, ya llevaba dos horas planificando la edición de esa tarde. Luego la frase, su difusor y la imaginación se mudarían de espacio al pasar de sub a director. El ascenso fue solo de título, pues el personaje siguió siendo el mismo que nunca renunciaría a ser reportero.

Radhamés Gómez Pepín no simplemente tenía a la vista la frase cuyo autor no recuerdo ahora, sino que la practicaba al no permitir que la noticia se le escapara, sin importar el esfuerzo. El Jueves Santo de 1985, cuando la mayoría ya estaba desconectado del trabajo, concurrimos a la residencia del expresidente Joaquín Balaguer, quien nos había pautado una entrevista que resultó una de las más impactantes en esa etapa de la vida del veterano político.

Recuerdo cuando nos adentramos en una concurrida manifestación de bienvenida a José Francisco Peña Gómez tras su convalecencia en un hospital de Estados Unidos. “Vine pa´que nadie me cuente”, me dijo en su cibaeño cuando caminábamos entre la multitud. Al caer la tarde del primero de marzo de 1993 estábamos en la redacción del periódico matando el tiempo, cuando llegó la información de que un médico desesperado había asaltado una sucursal bancaria de la capital, tomando como rehenes a varios empleados.

Sin titubear nos encaminamos a la escena, y, como un reportero más, estuvo allí hasta bien entrada la noche, variando su rutina de dormir temprano. Quería dominar, de primera mano, la escena noticiosa.

Eran de las facetas del excepcional periodista que acaba de fallecer, de quien guardo los mejores recuerdos y las mejores enseñanzas en mi formación profesional, en cuyo desarrollo también fueron fundamentales otros dos maestros: Germán Emilio Ornes y Mario Álvarez Dugan.

La solidaridad y la defensa del personal bajo su mando fueron igualmente principios a los cuales nunca renunció. Soy testigo excepcional, y de ello hablaré en otro momento. Paz al alma de “Radha”.

Posted in Sin categoría

Las personas somos valoradas desde diferentes dimensiones, sometidas a las percepciones de los demás. En el caso de quienes ejercen el oficio de comunicar o de escribir, se puede tener una idea y hasta una comprensión más acabada del ser por lo que hacen o transmiten mediante las ideas, o en el trato particular. Pero no siempre existe un vínculo efectivo entre la imagen a distancia y la corporeidad de la personalidad.

En Radhamés Gómez Pepín siempre la fuerza y el espíritu de las ideas tuvieron una conexión vívida con su personalidad solidaria, amistosa y esencialmente tolerante. Y al mismo tiempo crítico, de cara a la realidad, a la vida misma, sin rodeos que impidieran la manifestación de sus convicciones más profundas.
Nacido y formado durante el predominio de la tiranía de Trujillo, no sucumbió, y a su paso por este diario supo mantener una ecuanimidad que le vino innata o forjada en el hogar. A prueba, como reportero, le tocó administrarse al filo de la navaja, muy consciente del ejercicio de una profesión sensible, bajo el régimen de la censura permanente.

Recuperada a plenitud la fuerza de la palabra, le tocaría jugar un invaluable papel en la construcción democrática, con sus pensamientos vibrantes y su pluma perspicaz, en sus comentarios diversos o a través de su columna Pulsaciones. Sus aportes como defensor de los derechos humanos y de la libertad de expresión son extraordinarios.

En Radhamés Gómez Pepín, la voz de todos que encarna El Nacional, encontró un fuerte eco que se tradujo en la defensa ardorosa de principios y valores muy propios en el amplio campo de las ideas filosóficas, políticas y sociales.

Maestro de generaciones de periodistas, Premio Nacional de Periodismo, siempre vibró con la noticia, atento a los asuntos que atormentaban la República, y siempre con su terruño Santiago en el corazón.

Con el ánimo solidario y amistoso que siempre irradió Radhamés, en esta hora de su partida, nuestro más sentido pésame a Cornelia Margarita Torres, su esposa; a sus hijos Radhamés Virgilio (Chiqui), Ramón Euclides Gómez Sánchez; César Rafael Gómez Navarro; Ana Patricia y Laura Gómez Liz; Orlando y Adriana Gómez Torres, y demás familiares.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas