Grave problema

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El sector radical dentro del grupo que sigue al presidente Hipólito Mejía a lo interno del PRD tiene ahora un grave problema en su esfuerzo por conseguir la aprobación del cronograma estratégico para salir del partido blanco, formar tienda aparte, procurar concertar una alianza de movimientos y partidos para acudir unidos a las elecciones de 2016 …y lo más difícil aún: convencer a esos eventuales aliados de que el mejor candidato presidencial que pueden presentar a la consideración del electorado es Hipólito. El problema radica en que líderes ya experimentados en las lides perredeístas que aún no están “explotados” y las llamadas figuras emergentes del liderazgo interno, lo estarían pensando “con la cabeza fría y el corazón caliente” antes de decidirse por la aventura.

Alfredo Pacheco, David Collado, Neney Cabrera, Guido Gómez Mazara y el mismo Luis Abinader saben que no sería lo mismo ni es igual ser cabeza de ratón que cola de león, amén de que casi a todos ellos les resulta medio ácido, un poco duro de digerir –quizás- la eventualidad de verse en la obligación, si se fueran, de tener que respaldar un binomio electoral que llevaría dentro de sí mismo el germen de su propia destrucción, porque, como me dijo un joven perredeísta que no sigue a Miguel Vargas Maldonado pero se rehúsa y resiste a dejar el partido blanco para irse a la aventura de apoyar una eventual combinación electoral Hipólito Mejía-Guillermo Moreno, “es cierto que ambos tienen el denominador común de ser antileonelistas enfermos, pero sería una locura, propia de dos atronaos, creer que una combinación así atraería votos en las urnas”. Mientras tanto, el barco institucional perredeísta sigue tomando nuevos pasajeros, de esos que saben lo que pesa el emblema y los símbolos del PRD, amén de que razonan –prudente y sosegadamente- que no es igual un supermercado que varios ventorrillitos chiquitos, chiquititos, chiquitititos, que podrían sumarlos por docenas, para que salgan más baratos, y no llegarían siquiera a un colmadón, aunque no quieran que se lo digan. ¡Je, je, je..!

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