No hay que hacerlo mal

Tiene mucho sentido el propósito de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) de perseguir el micro tráfico. En alguna medida, el objetivo visible de las políticas de esa agencia ha sido el seguimiento y captura de los grandes volúmenes&#8230

Tiene mucho sentido el propósito de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) de perseguir el micro tráfico. En alguna medida, el objetivo visible de las políticas de esa agencia ha sido el seguimiento y captura de los grandes volúmenes de estupefacientes.

Desde hace algún tiempo, la DNCD ha dicho que los grandes narcotraficantes están dejando drogas en el territorio nacional como mecanismo de compensación de sus socios locales. Pagan en especie. A eso se ha atribuido la expansión de un mercado de drogas y un mayor involucramiento de personas.

Si ponen el empeño que anuncian, la labor no sería difícil, porque en los pueblos y los barrios la gente sabe quiénes son los vinculados a las redes de distribución. Y en muchos casos, esa práctica se realiza abiertamente.

Los vecinos les tienen nombres muy específicos a quienes la desarrollan.
Para detenerlos o someterlos a control no hacen falta esos despliegues de la DNCD. Todo un aparataje que se constituye en una redada en la que pagan justos y pecadores. Estos últimos son los primeros que escapan.

Lamentablemente, la información llega a sus oídos primero y se ponen a resguardo.

Resulta evidente un dato muy conocido en los barrios y es el grado de infiltración del crimen en las filas de la DNCD. Inocultable, a todos los niveles.

No hay que ser específico, porque la historia está ahí. No hace demasiado tiempo que un jefe de operaciones de esa institución debió ser extraditado a Estados Unidos, y no por santas razones.

La vida de un barrio no tiene que ser alterada para capturar a unos delincuentes que todo el mundo conoce. Una simple labor de inteligencia, acompañada de voluntad, haría más eficiente el trabajo, sin molestias colectivas e impopularidad hacia el gobierno y la misma DNCD.

 Y eso no cuesta demasiado. No hay que atropellar ni disparar contra las personas, en nombre de la lucha contra el crimen organizado.
Perseguir el  micro tráfico está bien. No hay que hacerlo mal. l

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