Ayer recibimos la nota que publican hoy todos los diarios sobre la visita del presidente haitiano Michel Martelly. Esa información despachada por la Cancillería desde La Romana nos ha causado sorpresa y satisfacción.
La sorpresa se origina en que finalmente Haití y República Dominicana firmarán un amplio protocolo que definirá los términos de las relaciones entre los dos estados en la isla.
Los presidentes Leonel Fernández y Martelly suscribirán un paquete de convenios que son el producto de los trabajos de la Comisión Mixta Bilateral Domínico-Haitiana que sesionó en esa ciudad.
Que haya acuerdos sobre comercio, inversión y turismo, sobre transporte transfronterizo, seguridad y fronteras, cooperación técnica en programas sociales y el establecimiento de un marco de colaboración entre los ministerios de Planificación y Cooperación Internacional entre ambos países, entre otros, es un hecho extraordinario.
Para nadie es un secreto que desde el siglo pasado los esfuerzos para alcanzar un acuerdo bilateral habían sido “un imposible”.
Es más, ni siquiera se lograba sin muchísimas dificultades que sesionara la Comisión Bilateral.
Que hayan alcanzado todos esos acuerdos debe ser motivo de satisfacción para los ciudadanos de las dos naciones.
Con sobrada razón, el canciller dominicano Carlos Morales Troncoso ha resaltado lo positiva que será la visita de Martelly, a quien le damos la bienvenida.
Al mismo tiempo, entusiasman las palabras del canciller haitiano Laurent Lamothe:
“Estamos muy orgullosos porque esta visita será la oportunidad de demostrarle al mundo entero que las relaciones entre República Dominicana y Haití son excelentes y están en su mejor momento”.
Con este acuerdo, la esperanza es que quede atrás el sentido del absurdo que caracterizan las relaciones entre estos dos pueblos.
El desarrollo en la isla y una elevación en la calidad de las relaciones entre dominicanos y haitianos es fundamental para alcanzar el progreso que todos anhelamos.
En hora buena.
