La apuesta del gobierno en el sector educativo constituye uno de los ejes fundamentales de la administración del presidente Danilo Medina. La asignación del 4 por ciento del PIB con ese propósito ha contribuido a estimular las altas tasas de aprobación de la ciudadanía.
Por eso, valoramos sinceramente los proyectos orientados a mejorar la educación, y no comprendemos cómo, después que el gobierno, con el mejor espíritu, concesionó la construcción de las primeras 341 escuelas, se encuentre prácticamente estancado, sea por dificultades para ubicar los terrenos o para calificarlos.
Los ingenieros ya recibieron RD$2,800 millones para las escuelas, y no se da el primer picazo, o por lo menos, las autoridades no han podido mostrar dónde arrancan las obras. Es desconcertante.
El gobierno tiene que evitar que planes tan bien intencionados, no avancen como deseamos. Excúsennos la insistencia.
Harold Priego
El tránsito hacia la muerte es una instantánea tan imperceptible y a veces tan inesperada. Cuando se precipita sobre algunos seres tan especiales como Harold Priego, el impacto resulta desconsolador. ¡Cómo puede ser! Un hombre que vivió siempre por la alegría, con una sonrisa simple o pícara a flor. No había forma de mirarlo sin que provocara esa sensación de que siempre estaba bien, como si viviese en la plena ingenuidad de un chico.
Harold fue siempre así, desde sus años iniciales como creativo publicitario, cuando sus trabajos apenas eran conocidos, estuvo presto todo el tiempo a brindar amistad y cariño. Eso marcaba su humanidad, una percepción de la vida con un fino sentido del buen humor. Trabajador empedernido, a poco tiempo se convirtió en una celebridad expresada en figuras como Diógenes y Boquechivo, Doña Mármara y su inofensivo marido don Chichí, Eloy y Matías, y Berroa. Con ellos transmitió sus visiones sobre la sociedad dominicana, esos intersticios que nunca ven los estudiosos profundos de la realidad.
Nuestro pesar a su familia. Su madre doña Raquel García Godoy Vda. Priego, sus hijos Patricia, Luis Manuel, Samuel y Glenda.
