La ubicación de una buena fuente para invertir los ahorros y obtener buena rentabilidad es una meta de todo el que quiere, en algún momento, vivir tranquilo sus años de retiro.
Una de las áreas más atractivas para gente de clase media baja que alcanza a reunir tres o cuatro millones de pesos es la inmobiliaria.
Un apartamento de cuatro millones de pesos en una zona residencial no muy exclusiva, puede generar alrededor de RD$15,000 mensual. Es posible que llegue a los RD$20,000 con un buen contrato de alquiler.
Claro está, al propietario le toca cubrir el costo de la condición del inmueble, reparaciones generales, pintura y otras necesidades. Un abogado se encarga de cobrar la renta mensual y cuando requiera la salida del inquilino tiene que esperar los procedimientos correspondientes, devolver los depósitos y estar consciente de que la legislación actual en la materia beneficia más al inquilino que al propietario.
Para una persona joven, con perspectivas de futuro, esa inversión podría ser adecuada, pues un bien inmobiliario adquiere plusvalía con el tiempo, aunque lentamente.
Pero a alguien que esté en fase de retiro, digamos de más de 65 años de edad, podría convenirle más invertir los cuatro millones de pesos que cuesta el apartamento en valores del sector financiero, como certificados de inversión o bonos. Esto así, porque la rentabilidad es mucho mayor que el alquiler de un inmueble de ese valor y la gestión de cobro es automática.
Por ejemplo, con la tasa de interés promedio actual que pagan los bancos comerciales por un certificado es 10.5% anual (no es la más alta), una inversión de cuatro millones de pesos generaría RD$35,000 mensual.
Ningún apartamento de ese valor paga una renta mensual tan elevada. Se dirá que el dinero se devalúa y el apartamento no, pero usted puede tomar al menos RD$15,000 de esa renta adicional y recapitalizar el fondo para que no le pierda valor en el tiempo. Además, se trata de alguien en retiro, que no está pensando en los próximos 40 años, sino más bien en 25 años, a lo sumo.
Además, cuando deje este mundo, sus herederos no pelearían por los bienes inmuebles, sólo se repartirían el capital en partes iguales.
